martes, 25 de mayo de 2021

De zorros con más colas de las necesarias

Hoy, Glorioso 25 de Mayo, Día del Orgullo Friki y Día de la Toalla (… me estoy dejando algo, sé que me estoy dejando algo, pero no me acuerdo de qué, ¡mierda!), sigo mi tradición anual de escribir un artículo sobre mitología. Como abandoné el caralibro hace ya años, y en Pillowfort me siguen cuatro gatos, este año decidí coger un par de temas que me parecieron interesantes, dejé una encuesta en Twitter y… (*mira los resultados*) Esta vez no me ha salido empate técnico, ¡¡milagro!! Así que hoy os voy a hablar de zorros de múltiples colas en tres lugares distintos: China, Japón y Corea.

Por supuesto, la mayor parte de la gente que me lee tendrá una cierta idea de lo que es un kitsune, en lo que a temas mitológicos se refiere. Técnicamente, la palabra “kitsune” significa literalmente zorro, pero tengo la sensación de que para los japoneses todos los zorros entraban en el mismo saco de “criatura sobrenatural”. Pero la idea de un zorro “mágico” no es originaria de Japón, sino de China. Allí el nombre es hulijing (literalmente “espíritu zorro”), aunque también se les conoce como jiuweihu, que se puede traducir como “zorro de nueve colas”. La idea de animales que se transformaban con la edad, adquiriendo un mayor poder, surge durante la Dinastía Han, apareciendo en obras literarias tan tempranas como Lunheng.

Una mención directa al hulijing aparece en el Shanhaijing, un texto que se piensa se recopiló entre los siglos IV a.C y I a.C., donde se habla de una tierra del verdes montes al norte de Tianwu en la que los zorros tienen cuatro patas y nueve colas. Curiosamente, este escrito presenta dos versiones del mito. En el primer capítulo, menciona una bestia que tiene esta forma, que emite un sonido como el de un bebé llorando, y que es una devoradora de hombres, que si es comida ofrecerá protección contra un tipo de veneno. Sin embargo, en el capítulo 14 se menciona la visión de los hulijing como un buen augurio que aparece durante tiempos de paz. Quien menciona esto es el poeta Guo Pu, que a su vez habla de que los hulijing pueden convertirse en mujeres a los cincuenta años, y cuando llegan a los cien pueden transformarse en una mujer bella, en un medium, o incluso en un hombre. Eso por no hablar de los poderes pinos que van adquiriendo por el camino hasta que, cuando alcanzan los mil años, asciende a los cielos y se convierte en un zorro celestial.

En contra de lo que pueda parecer originalmente, el hulijing estaba considerado como un espíritu de buen augurio. Durante la dinastía Han, solían ser representados en el monte Kunlun acompañando a la diosa de la inmortalidad, Xi Wangmu. Si el zorro tenía nueve colas y era de color dorado, se trataba de un zorro celestial que servía en el Palacio del Sol y la Luna, y que había transcendido el yin y el yang. Eso no les hacía menos peligrosos, por supuesto. Pero a pesar de las historias más salvajes, llegaron a ser incluso venerados en los tiempos de la dinastía Tang, y se llegaba a decir que allí donde no hubiera un hulijing no podía haber una aldea. Durante la dinastía Song, la siguiente a la Tang, se intentaron prohibir y perseguir estos cultos, especialmente uno centrado en la figura de Daji, pero a pesar de la prohibición los cultos siguieron adelante, y perviven incluso hoy en día en la zona norte de China, donde se venera a la deidad Huxian (también conocida como Hushen o Huwang). Y digo deidad porque Huxian puede aparecer como hombre o como mujer, aunque su forma más habitual es Huxian Niangniang, que es femenina, tiene la forma de una zorra de nueve colas, y que está relacionada con la anteriormente mencionada Xi Wangmu.

Grabado de Da Ji del templo Ping Sien Si en Malasia
Ahora deberíamos dar un pasito hacia atrás, porque seguro que a algunos de vosotros (al menos aquellos que me soportáis con mis fangirleos con los juegos de Omega Force) os ha tenido que sonar el nombre de Daji, ¿no es así? Técnicamente, Daji es un personaje histórico, la consorte del último emperador de la disnastía Shang, en conocido como Rey Zhou de Shang. Y digo técnicamente porque estamos hablando de gente que vivió entre el 1105 a.C. y el 1046 a.C., pero de los que tenemos referencia por un escrito del 94 a.C., Shiji (Memorias Históricas) de Sima Qian, un historiador de la dinastía Han. Entre medias, hubo otras dos dinastias (Zhou y Qin/Ch’in), y los historiadores actuales piensan que durante ese largo periodo se demonizó a este monarca, así que la historia que voy a contar es mejor tenerla más como leyenda que como verdad.

El caso es que este Rey Zhou, cuyo verdadero nombre era Di Xin, era un tipo tremendamente inteligente, pero también con un genio bastante explosivo. Llevó a cabo bastantes campañas militares, anexionando varios de los reinos enanos en los que en aquella época estaba fraccionada la China actual. Uno de estos pequeños reinos era Yousu, que era el lugar de nacimiento de Daji. Sima Qian nos cuenta que Di Xin se enamoró perdidamente de Daji, hasta el punto de dejar de lado su labor de gobernante para poder seducirla. Hizo de todo, desde crearle un zoológico para ella sola porque le gustaba los animales, hasta crear un “lago de vino” y un “bosque de carne” en el que hacía que la gente jugara desnuda porque eso le hacía gracia a Daji. También nos dice que a Daji le gustaba ver cómo torturaban a la gente, y que no tenía problema en abrir a la gente en canal para saciar su supuesta curiosidad. En cuanto a Di Xin, también participaba en este tipo de actuaciones, y no tenía problema en cortar en cachitos a la gente para luego darles la carne a los invitados. Para mantener el estilo de vida que llevaban, Di Xin subió los impuestos hasta límites insostenibles, lo que produjo una revuelta, capitaneada por Jiang Ziya (aunque los jugadores de Warriors Orochi probablemente le conozcamos más como Taigong Wang). Este hombre derrotaría al ejército de los Sang en la Batalla de Muye, hacia el 1046 a.C.. Tras esta derrota, Di Xin supuestamente se encerró en su palacio con todos sus tesoros y le prendió fuego, ardiendo él con todo el edificio. El nuevo emperador, y primero de la dinastía Zhou, sería el Rey Wu de Zhou, Ji Fa. En cuanto a Daji, esta sería ejecutada por Ji Fa siguiendo el consejo de Jiang Ziya.

Y esto qué tiene que ver con los zorros, preguntaréis. Pues veréis, durante el periodo conocido como las dinastías meridionales y septentrionales (Eilistraee bendita, y me quejaba de las clases de historia del colegio) comenzó a creerse que Daji era en realidad una jiuweihu. Porque sí, porque patata. Hay muchas leyendas sobre este tema, pero la más conocida es la que aparece en la novela Fengshen Yanyi, que relata la supuesta “historia” del Rey Zhou. Y entrecomillo “historia” porque hay más dioses aquí metidos que en la dichosa Iliada. Según esta novela, la diosa Nüwa manda a tres yaojing (monstruos, demonios, como queráis llamarlos) para que arruinen la dinastía Shang porque el Rey Zhou había entrado en su templo y había dicho que quería… bueno, que quería hacer ñiqui ñiqui con ella. Uno de los yaojing es una jiuweihu malvada a la que Nüwa le promete la inmortalidad si hace lo que le dice. Por supuesto, nuestra amiga zorra de nueve colas es la principal antagonista de la novela (por si alguien no lo había pillado todavía)

Daji en el Hokusai Manga
La jiuweihu posee a la Daji original mientras va de camino para encontrarse con el Rey Zhou, enviada por su padre para evitar que este arrase con su tierra. Lo que sigue en la novela es todos los planes de la poseída Daji para mandar todo a la porra, y un montón de batallas entre los reinos de Shang y Zhou con dioses y todo tipo de mierdas sobrenaturales, que acaba con el reino de Zhou como vencedor y con varios de los personajes convirtiéndose en dioses inmortales. ¿En cuanto a Daji? Jiang Ziya la exorciza, y la bicha acaba muriendo.

Curiosamente, este personaje aparecería en multitud de historias más, ahora convertida en un espíritu zorro malvado, adquiriendo más poderes o debilidades a lo largo de las historias, y alargando su relato hasta que este acabaría dando tumbos por Japón. Pero estoy adelantando acontecimientos, así que daremos cerrado por ahora el tema de los hulijing para centrarnos en sus hermanos los kitsune.

La idea de los espíritus zorro parece haber llegado a Japón desde China en un periodo relativamente temprano de su historia, lo cual no es de extrañar. A fin de cuentas, la cultura china ha influenciado a la culturas de los países que la rodeaban desde hace mucho, mucho tiempo. Sin embargo, los kitsune acabaron desarrollando sus características propias que les diferencian de los hulijing chinos.

Las menciones más tempranas que tenemos de los kitsune como seres mitológicos son en Konjaku Monotagarishu, una recopilación de relatos japoneses, chinos e indios realizada en el siglo XI. Por supuesto, podemos encontrar referencias a la palabra kitsune en obras anteriores, y la aparición más temprana es en el 794 d.C., en Shin’yaku Kegonkyou Ongi Shiki, una versión anotada japonesa del Avatamsaka Sutra. Pero lo que nos interesa, más que la palabra, es el bicho legendario, así que a ello me voy a poner ahora mismo.

Kuzunoha, estampado de Utagawa Kuniyoshi
Para los japoneses, a medida que el zorro se iba haciendo más viejo, ganaba más poder (de forma similar a lo que pasaba con los hulijing chinos), y este poder quedaba representado por el número de colas que tenían. Los zorros más poderosos eran los kyubi no kitsune (”zorro de nueve colas”), que eran los que habían llegado a los 1000 años. A esa edad, no solo adquirían su novena cola, sino que además cambiaban de coloración a dorado o blanco y ascendían a los cielos, convirtiéndose en tenko, zorros celestiales. Hasta ahora, todo similar a lo que encontramos en China. Pero aquí es cuando las cosas empiezan a cambiar. Para empezar, los japoneses hacían una distinción muy clara entre los kitsune. Por un lado estaban los zenko, zorros bondadosos que estaban asociados a Inari Okami, la deidad japonesa de la fertilidad, el arroz, el té, el sake, la agricultura, la industria y, por supuesto, los zorros. Los zenko eran los mensajeros de Inari y nunca causaban verdadero daño. Por el otro estaban los yako (”zorros de campo”), también conocidos como nogitsune, que iban desde espíritus bromistas a verdaderos espíritus malignos.

Al igual que sus hermanos chinos, los kitsune pueden transformarse, generalmente en mujeres hermosas, aunque también pueden convertirse en ancianos o en muchachos (aunque esto último no suele ser común), pero se diferencian de ellos en que suelen retener características de zorro, y generalmente mantienen su cola, la cual tienen que ocultar. Una forma de descubrir si una persona es un kitsune es encontrando su cola. Otra es, al parecer, su miedo a los perros, hasta el punto de que pierden su forma humana y huyen ante la visión de uno. También contaban con la capacidad de poseer el cuerpo de otra persona, llamada kitsunetsuki. Las víctimas solían ser mujeres jóvenes, y el espíritu del zorro se colaba entre las uñas o por el pecho. Era posible exorcizar al espíritu, pero tras el exorcismo, la persona tenía el efecto secundario de no querer volver a comer cosas que supuestamente les gustaban a los zorros.

(Como es de esperar, las personas afectadas por el kitsunetuski eran en realidad personas con problemas mentales, y a veces simplemente gente con fiebre. Actualmente se considera que el kitsunetsuki es un síndrome cultural, y no me voy a meter más en este fregado porque a) no tengo los estudios adecuados y b) no quiero que me apedreen, gracias)

El príncipe Hanzoku siendo aterrorizado por un zorro de nueve colas
La principal diferencia de los kitsune es las hoshi no tama (”bolas de estrellas”), supuestamente joyas o perlas mágicas que brillan con kitsunebi (básicamente, fuegos fatuos) y que guardan una parte del poder del kitsune cuando este está transformado. Cuando no lo está, guarda estas supuestas gemas o bien en la boca o bien en la cola. Algunas tradiciones hablan de que la hoshi no tama contiene el alma del kitsune, y que por tanto este no puede estar separado de ella mucho tiempo, con lo que una persona que ha conseguido la hoshi no tama de un kitsune puede negociar un favor con este. Casi todos las representaciones de zorros relacionados con Inari tienen su propia hoshi no tama.

En general, la visión de los kitsune como criaturas sobrenaturales es bastante variada. Un zorro blanco es un buen augurio (ya que se supone que son los enviados de Inari) así como los zorros negros o los que tienen nueve colas (y por tanto están a punto de convertirse en tenko). Los zorros de Inari son protectores sobrenaturales capaces de hacer frente a cualquier mal, y son especialmente buenos a la hora de expulsar a sus hermanos no tan majos, los nogitsune. En cuanto a estos, la imagen es más diversa. Casi siempre se les ve como bromistas, con los más bondadosos gastando bromas a gente maleducada, egoista y orgullosa, y con los malvados llevando a la perdición a personas inocentes. Sin embargo, incluso el más malvado de ellos era reconocido por mantener sus promesas y devolver cualquier favor que se le hiciera. Porque hay un límite para todo, he de suponer.

Una cosa que encuentro divertida es que una familia en Japón podía acabar teniendo un kitsune en casa como una familia castellana podía acabar con martinico en la suya: la familia le caía en gracia y se mudaba a la casa, causando todo tipo de problemas. Por supuesto, era posible que si la familia le trataba bien, el kitsune decidiera ayudar, pero la moralidad de un zorro no es la de un humano, así que era posible que las cosas que les caían gracias al zorro hubieran sido robadas previamente a otro vecino. Aquí incluso hay un tema de clases, porque mientras que la casa de un currito de a pie que se sospechara que contenía un kitsune era mirada con recelo, si estábamos hablando de los nobles, era una señal de prestigio porque se sobreentendía que el kitsune era un zenko.

Pero los relatos más conocidos son sin duda los de las “esposas zorro”, cuentos sobre como un hombre se encuentra con una mujer de gran belleza y se casa con ella, para más tarde descubrir que su devota esposa, capaz de dejar la casa como los chorros del oro, la colada impoluta y la cena más suculenta jamás probada lista para su consumo, es una kitsune. Generalmente el cuento acaba con ella teniendo que marcharse porque se ha descubierto su secreto, y con el tipo teniendo que volver con su familia con el rabo entre las piernas después de despertarse en una casa ruinosa y hecho un asco. Porque desconfiar de tu esposa es lo mejor que puedes hacer es en estas situaciones. Por supuesto.

Inro mostrando una boda de zorros
Pero, a pesar de que la percepción de los kitsune es mayoritariamente positiva, las historias más reconocidas sobre kitsune son negativas. En este caso tengo dos relatos, así que iremos uno por uno.

El primero hace referencia a uno de los daimyo del Sengoku Jidai, Takeda Shingen (no os esperabais encontrar este nombre aquí, ¿verdad?). La historia cuenta que 1544, Shingen derrotó y encarceló a un otro daimyo, de nombre Suwa Yorishige, que acabó suicidándose. Shingen se había enamorado de la hija de este, una tal Koihime, a la sazón una chavala de catorce años y que era la sobrina de este hombre. Según el relato, Shingen se obsesionó tanto con ella que sus seguidores más supersticiosos comenzaron a pensar que la chavala era en realidad la encarnación del kitsune del templo donde se había suicidado Yorishige, y que estaba buscando venganza. Cuando tras la muerte de Shingen su hijo Katsuyori se estampó contra los tiradores de Oda Nobunaga, todos lo achacaron a su malhadado nacimiento.

Ahora me gustaría aclarar que la versión de este relato parece provenir de un libro escrito por un estadounidense llamado Stephen Turnbull en el 2000, que no consigo encontrar ni de coña una fuente primaria, que cuando una busca los registros de quién era la madre de Katsuyori se encuentra con que sí, se trataba de la hija de Suwa Yorishige, pero que esta no era ni de coña sobrina de Shingen, y que además dice que Katsuyori era el cuarto hijo cuando en realidad era el tercero. Así que, en vista de los errores de bulto, por ahora lo dejaré como un refrito de alguien que ha oído campanas y no sabe donde.

El segundo de los relatos es relativamente famoso, y se trata del de Tamamo-no-mae. Los primeros relatos sobre este personaje aparecen en el periodo Muromachi, entre el 1336 y el 1573 d. C., pero fue durante el periodo Tokugawa cuando tomó la forma en la que conocemos esta historia ahora, después de unirla junto con otras historias extranjeras de espíritus zorro corrompiendo a nobles y causando el caos. La historia escrita por Hokusai comienza por nuestra amiga Daji, de la que hemos hablado antes, solo que en lugar de morirse, viaja a la India y se convierte en una tal dama Kayo (estoy teniendo flashbacks de guerra del Historia Regum Britanniae), concubina de un tal príncipe Banzoku (flashbacks de guerra muy severos). Después de que la descubran, vuelve a China donde posee a Bao Si, la concubina del Rey You de Zhou (que no tiene zorros en su historia, pero que también tiene fama de causar tropelías). Y descubierta una tercera vez, sale por patas antes de decidir que se va a quedar quieta una temporada. Temporada de cerca de unos 2000 años, por cierto, porque su siguiente víctima es el Emperador Toba de Japón, que vivió entre el 1107 y el 1156 d. C.

Xilografía de Tamamo-no-mae
La forma que toma nuestra amiga Daji en ese momento es la de Tamamo-no-mae, la más amada concubina del emperador. Era una mujer bellísima e inteligentísima que era capaz de responder a cualquier pregunta, la que fuera. Sin embargo, hizo que el emperador se pusiera enfermo, casi al borde de la muerte, hasta que es descubierta por Abe no Yasuchika, descendiente de Abe no Seimei, que había sido llamado para descubrir qué demonios pasaba. Tamamo-no-mae, ahora como zorra de nueve colas, sale de naja. El emperador, una vez recuperado de la enfermedad, manda a dos cazadores, Kazusa-no-suke y Miura-no-suke, a que la den muerte en las llanuras de Nasu.

Hay un añadido en este relato, escrito en 1653 y llamado Tamamo no soushi, en el cual se habla de que el espíritu de Tamamo-no-mae se introdujo dentro de la piedra conocida como Sessho-seki, o piedra asesina, de la que se decía que cualquier persona que la tocara moriría. Aún más, la roca no dejaba de soltar gases venenosos de forma constante. Sin embargo, esta piedra fue destruida, siempre según el relato, por un monje budista llamado Gennou Shinshou. Lo que hizo el monje fue, al parecer exorcizar al espíritu dentro de la piedra y realizar un ritual para que pudiera pasar al más allá, después de que se hubiera arrepentido.

Una cosa a tener en cuenta con el relato es que, aunque Hokusai habla del emperador Toba, originalmente Tamamo-no-mae era concubina de otro emperador, Konoe, el hijo del emperador Toba. No sé qué baile exacto de fechas hay aquí, pero teniendo en cuenta que en algunas historias el que derrota a Tamamo-no-mae no es Yasuchika sino Seimei, uno puede imaginarse que es el tipo de obra que acaba teniendo chorrocientos fanfics y cada uno lo escribe como quiere. Sí, sigo teniendo flasbacks de guerra en estos momentos, ¿por qué lo preguntáis?

Y tras estas historias maravillosas sobre los kitsune, es hora de moverse a un tercer país, Corea. Aquí nos encontramos con los kumiho, o gumiho (“zorro de nueve colas”, literalmente) que, al igual que los kitsune, tienen su raíz en los hulijing chinos. En general, presentan las mismas características: han adquirido su poder después de vivir una cantidad de años importante (en este caso, mil años), pueden transformarse para obtener una apariencia humana, pero siempre con un cierto aspecto de zorro, y que no se llevan bien con los perros. La diferencia en este caso es que los kumiho poseen algo llamado yeowoo guseul (”canica/cuenta de zorro”) que contiene todo su conocimiento acumulado. El yeowoo guseul le permite al kumiho absorber energía de los humanos, pero para hacerlo tienen que… bueno, básicamente darle al humano un beso con lengua. La idea es que mete la cuenta esta en la boca del humano, la cuenta absorbe la energía, y el kumiho la recupera antes de finiquitar el morreo. Pero esto no está carente de riesgo, porque existe la posibilidad de que el humano se trague la yeowoo guseul. Si esto pasara, el humano conseguiría la capacidad de observar “el cielo, la tierra y a la gente”, y al hacerlo adquiriría habilidades preternaturales.

Foto del lugar donde se supone que estaba la Sessho-seki, en Nasu
Una segunda diferencia está en el “alineamiento”de los kumiho. Mientras que en China y en Japón los zorros pueden ser tanto buenos como malvados, en Corea los kumiho son siempre malvados. Se suelen transformar en mujeres y engañar a personas para luego matarlos y comérselos, específicamente sus hígados. Es fácil encontrarlos por la noche en cementerios, escarbando en las tumbas para comerse los corazones de los cadáveres. Según algunas variantes del mito, el kumiho puede convertirse en una persona humana, perdiendo su maldad en el proceso. Los métodos pueden ser diferentes, dependiendo de la leyenda, y van desde abstenerse de comer carne humana durante mil días, hasta conseguir una yeouiju y asegurarse de ponerla todos los meses a la luz de la luna llena durante todo el proceso. Para aquellos despistados que no leyeron mi artículo sobre los dragones, las yeouiju o cintamani son unas piedras que conceden deseos y que vendrían a ser el equivalente a la piedra filosofal en Europa. A diferencia de los imugi que se convierten en dragones gracias a esta piedra, los kumiho que pasan a ser humanos no adquieren los poderes de creación que otorga la joya, ya que son seres inferiores.

¿Sabéis la parte divertida de todo esto? Que todo lo que os he contado hasta ahora de los kumiho son creencias “modernas”. En los escritos antiguos, sobre todo los que no están escritos en hangeul sino en hanzi, los kumiho eran seres benevolentes que ayudan a los humanos, e incluso hay historias sobre humanos malvados engañando a pobres e inocentes kumiho. Y en Gyuwon Sahwa, una falsificación que se suponía debía pasar por ser un texto del siglo XVII d.C., se habla de un kumiho como un símbolo de buen augurio, lo que hace pensar en la posibilidad de que la imagen del kumiho como una criatura siempre maligna haya venido de la mano de la ocupación japonesa de Corea. Y si nos vamos a textos externos, encontramos una referencia en Taiping Guangji, un texto que se cree fue escrito a principios de la Dinastía Song (sí, los que prohibieron el culto a los zorros), hablando de cómo en Silla (uno de los tres reinos que formaban en aquel momento Corea, junto con Goguryeo y Baekje) se veneraba a los zorros como si fueran animales sagrados. Aún así, hay relatos antiguos en los que se ve a los zorros con connotaciones negativas, por lo que es probable que antaño fueran similares a los huilijing y a los kitsune en el hecho de que podían ser benignos o malignos dependiendo del bicho.

Viñeta del webcomic The Fox Sister, basada en el relato del mismo nombre

La historia más conocida sobre kumiho es el cuento de la Hermana Zorro. Un hombre tiene tres hijos, pero no tiene ninguna hija, y decide rezar para que le concedan una, incluso si es un zorro. Al cabo del tiempo, su mujer tiene una hija, pero cuando la niña cumple seis años, las vacas empiezan a morirse. El padre manda al hijo mayor a ver qué demonios ocurre, y este vuelve diciendo que ha visto a su hermana arrancándole el hígado a una vaca para comérselo. El padre se enfada con él y le echa de la casa con cajas destempladas, mandando a su segundo hijo a hacer la misma tarea. Durante la noche de luna llena, el segundo hijo ve a su hermana haciendo lo que dijo su hermano mayor, pero cuando se lo cuenta al padre, este se mosquea de nuevo y le pega otra vez la patada. Esta vez manda al tercer hijo, pero este decide que la mejor idea es decir que las vacas se han muerto por mirar a la luna.

Los hermanos expulsados vagan por el país hasta que se encuentran con un monje budista que les da tres botellas mágicas, una blanca, otra azul y una tercera roja, y les manda de vuelta para casa. Cuando regresan, se encuentran con que solo está su hermana, que les cuenta que sus padres y su hermano han muerto, y les ruega que por favor se queden. Les prepara la cena y, tras comérsela, se van a dormir. A mitad de la noche, el hermano mayor se despierta y se da cuenta de que a) la cena que se han comido son en realidad los cadáveres de sus familiares y b) su hermana acaba de matar a su hermano y se está comiendo el hígado de este. La niña le dice entonces que solo necesita comerse un hígado más para convertirse en humana.

El hombre decide que verdes las han segado, y sale huyendo a toda velocidad. En su escapada, arroja tras de sí la botella blanca, que al estrellarse en el suelo se convierte en una barrera de espinos, que la kumiho logra atravesar gracias a su forma de zorro. El hermano lanza entonces la botella azul, que se convierte en un río, pero ella lo atraviesa una vez más gracias a su forma de zorro. Entonces arroja la botella roja, que se convierte en un enorme incendio, atrapando a la kumiho y abrasándola hasta que lo que queda de ella es poco más que un mosquito.

Los espíritus zorros son extremadamente populares, apareciendo en novelas, películas, comics y videojuegos, de muy diversas formas. Es más común encontrarse con referencias al kitsune, aunque solo sea porque al mismo tiempo estamos más habituados a encontrarnos con cultura japonesa antes que china o coreana, pero también podemos encontrar hulijing y kumiho si los buscamos. A veces es incluso complicado adivinar de cual se trata, teniendo en cuenta las grandes similitudes entre uno y otro. Lo que está claro es que nos encontraremos a estos seres, tanto malignos como benignos, en muchas de las cosas que veamos.

Y sin más, os dejo aquí hasta el próximo artículo. Ya sabéis, dejad un comentario (a ser posible uno que no tenga código malicioso, por favor, no quiero tener que salir a hoxtias otra vez con Blogger, no llevo las de ganar), y si queréis que escriba sobre algo específico, solo tenéis que decírmelo y veré lo que se puede hacer.

1 comentario:

  1. Estoy teniendo un flashback de God of Hightschool cuando meten a su kumiho recuerda más al kitsune japonés que a otra cosa y aunque te lo venden con todo el trasfondo negativo acaba siendo el zorro casi una víctima que el villano de la historia.

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