domingo, 26 de julio de 2020

52 Retos de Escritura (XXX): Cortando el humo

Reto #30: Utiliza las palabras “bombona”, “afilador” y “revuelta” en tu relato.


CORTANDO EL HUMO


Recordaba el sonido de cuando era pequeña. El sonido de alguien soplando una armónica, de un lado a otro y de vuelta, sin siquiera molestarse en entonar una melodía. El sonido que anunciaba la presencia del afilador. Se le hacía extraño escucharlo ahora, después de tantos años.

—De vez en cuando pasa— mencionó su padre—. Pero creo que lo tienen grabado y lo ponen por un altavoz.

En cierta medida, le daba algo de pena. Pero suponía que era más cómodo llevar lo necesario en una furgoneta que cargándolo en una bicicleta a punto de caerse en pedazos. Los tiempos cambian, las costumbres también. Llegaría el día incluso en que ese oficio, como tantos otros, desaparecería de la faz de la Tierra, y solo se acordarían de él en algún telediario local y un día flojo de noticias sensacionalistas. Suponía que estaba bien, aquel no debía ser un trabajo nada agradecido. La vida cambia. Todo cambia.

domingo, 19 de julio de 2020

52 Retos de Escritura (XXIX): Fantasías

Reto #29: Haz una historia sobre una llamada que sale muy mal.


FANTASÍAS


Una música alegre salió de su bolsillo. Alex cogió el móvil y le lanzó una mirada para comprobar quién llamaba. La pantalla le mostró un nombre, “César”, y fue suficiente como para hacer que contestara a la llamada.

—Dime.

Sin embargo, la voz que contestó no era la que esperaba.

—Tú eres Alejandra, ¿verdad?

domingo, 12 de julio de 2020

52 Retos de Escritura (XXVIII): Caza

Reto #28: Tus protagonistas son de dos regiones alejadas entre sí. Refleja su acento creando la voz de tus personajes de manera verosímil.


CAZA


Odiaba aquel sitio con toda su alma. Odiaba el calor horrendo, el sol de justicia cuyos rayos cocían la calle completamente vacía de gente, y odiaba aquel pueblo canijo en una carretera secundaria que quedaba a unos treinta kilómetros de su destino. De paso, también odiaba el coche que le habían dejado por estropearse en mitad de su viaje. Y, en general, odiaba el trabajo que le habían dado.

¿Qué hacía aquí, de todas formas? No era un buen negociador, ni tampoco un buen erudito. Qué demonios, ni siquiera era un buen comercial, y se suponía que ese era su trabajo de cara a la gente normal.

—No te preocupes por la factura, ya me encargaré yo— dijo el hombre al otro lado de la línea—. ¿Piensas que se arreglará pronto?

Le echó un vistazo al tipo del taller que estaba arreglando su vehículo y sintió ganas de suspirar.

—Mira, sserá mejor que venga alguien a recoger coche— contestó—. Ya miraré forma de llegar a Cádiç.

domingo, 5 de julio de 2020

52 Retos de Escritura (XXVII): Rutina diaria

Reto #27: Escribe un relato que tenga lugar en una oficina muy muy aburrida.


RUTINA DIARIA


Odiaba aquel trabajo, pero era el único que podía tener, así que no podía quejarse.

Todos los días era lo mismo. Llegaba a su hora, se ponía a pasar a limpio los informes de los técnicos (Julián como siempre escribía con letra de médico), se paraba a tomar un café con sus compañeras que no podía pasar de media hora porque si no su jefa comenzaba a rondarlas y a mirarlas mal, seguía pasando a limpio informes, y salía dos horas más tarde de lo que señalaba su contrato porque su jefa había prometido tal o cual cosa que no había hecho. Todos los días, de lunes a viernes, la misma rutina. A veces se preguntaba si debía dejar tirada a su jefa por largarle todas aquellas cosas, pero luego recordaba que eso significaría que la despedirían si hacía eso. Y no estaba el horno para bollos. Así que seguía haciendo aquello día tras día.

Aquel no era muy diferente a los demás. Llegó a su hora y encendió el ordenador, antes de hacer frente a la pila de expedientes que tendría que pasar a limpio. Le sorprendió encontrar que era algo inferior a lo normal, y se preguntó si alguno de los peritos se había puesto enfermo. Aquellas dudas desaparecieron de su mente en cuestión de segundos. No era como si importara. A fin de cuentas, ya se encargaría su jefa de prometer algo que no podía cumplir que la obligaría a estar allí esas dos horas extra de todos los días. Dos horas extra que nunca cobraba, pero que siempre hacía porque si no, acabaría por no tener trabajo. Era mejor no pensar en ello. Así que se puso a hacer su trabajo a la misma velocidad que era habitual.