viernes, 25 de mayo de 2018

Marchando una de escamas, escupefuegos y lanzarayos.


Hoy, Día del Orgullo Friki, Día de la Toalla y Glorioso 25 de Mayo, como viene siendo la costumbre en este blog, he consultado a la poca gente que se molesta en leerlo sobre el artículo que querían que escribiera este día. En una muestra de cariño, han elegido una temática después de la cual no podré negarle a nadie que me vuelva a pedir hablar de vampiros a pesar de que podría escribir un libro entero sobre el tema. De este también se podría escribir uno probablemente. Kim, me debes una cena por esto.

Hoy, damos y caballeras, hablamos de dragones. Divididos por mitología. Que Eilistraee nos pille confesados a todos.

Primero, y antes de meternos en el lío, una pequeña introducción. He de suponer que nadie que esté leyendo estas palabras ignora lo que es un dragón. Es más, creo que todos tenéis en la cabeza las diferencias entre los dragones “occidentales” y los dragones “orientales”. También estaremos todos más o menos de acuerdo en que uno de los puntos comunes entre unos y otros es su aspecto reptiliano, más serpentino que otra cosa. Lo que la gente puede que desconozca es que criaturas “dracontinas” han estado con nosotros en nuestras mitologías desde mucho antes de que el término “dragón” apareciera como tal. De hecho, si miramos los orígenes de la palabra dragón, nos encontramos con la palabra latina draco/draconem, que significa “gran serpiente”, y esta a su vez viene del griego “drakon”, que se puede traducir como “serpiente” y como “pez marino gigante”. Hay que señalar sin embargo que estas dos palabras se usaban no solo para figuras mitológicas, sino también para bichos normales. No fue hasta fechas posteriores que esta palabra asumiría su papel como definición de una criatura mitológica.
En cuanto a por qué han existido figuras serpentinas gigantes desde tiempos inmemoriales en la mente de la humanidad, los expertos no se ponen demasiado de acuerdo. Existe por un lado la teoría de que poseemos un miedo atávico a las serpientes que es lo que nos ha llevado a crear este tipo de criaturas, mientras que por el otro está quien piensa que los dragones provienen de una mezcla de observar fósiles cuyo origen las gentes antiguas desconocían y de cuentos exagerados sobre criaturas reales, como los dragones de komodo y demás bichillos encantadores. Cualquiera que sea la que esté en lo cierto, si es que no es una mezcla de las dos, lo que está claro es que la imagen de serpientes gigantes nos ha acompañado desde los momentos más antiguos de la humanidad.
Imagen de Mushussu en la Puerta de Istar
Y solo necesito presentar a mis primeros invitados a esta fiesta para demostrarlo: los “dragones” de las culturas de Mesopotamia. Pongo el entrecomillado porque, como ya he mencionado, la palabra no existía entonces, y menos con el significado que tiene ahora, pero a la hora de la verdad, si tomamos la definición de dragón como “bicho mitológico serpentino”, entonces nuestros nuevos amigos entran dentro de la descripción sin ningún problema. Pero vamos a ir con pasitos de bebé, ¿de acuerdo? Nuestros primeros tres invitados a esta historia son Usumgallu, Basmu y Musmahhu (tendréis que perdonarme la romanización de los nombres, demasiado código ASCII en esas letras, creedme), tres grandes serpientes con cuernos, patas de león y alas que surgieron del mar y fueron eliminadas por algún dios durante la formación del mundo en la mitología acadia. No se sabe mucho más de estos pobres bichos salvo que el trono de Ninurta estaba decorado con tallas de Usumgallu. El mismo nivel de conocimiento tenemos sobre nuestro siguiente invitado, Mushussu o Sirrussu. Este bicho, que de entrada más parece venir de la Índia por el combo de bichos raros, es una mezcla de serpiente, águila y felino, con cuernos y una lengua de serpiente. Mushussu había sido el animal sagrado de Tishpak, un dios local, pero en algún punto durante el imperio neo-Babilonio alguien se lo quitó para dárselo al dios Marduk y su hijo Nabu. Dejaré una última mención a Mushussu diciendo que es probable que la hidra griega estuviera basada en este dragón.
Voy aquí a hacer un aparte, aunque todavía estamos hablando de la cultura de la antigua Mesopotamia. Este aparte está dedicado a la diosa del caos primordial y del agua salada de la mitología babilónica: Tiamat. La mención de este nombre a cualquier rolero le llevará a imaginar a un dragón de cinco cabezas, cada una de una de las variantes de dragones cromáticos del D&D (si no, todavía tenéis que jugar a más juegos de rol, chicos). Bien, ¿y por qué acabó Tiamat de diosa de los dragones, y se ha ganado una mención aquí? La respuesta la podemos encontrar en Enuma Elish: Tiamat y Abzû, el dios del agua dulce, se liaron y tuvieron unos cuantos hijos, pero Abzû, al más puro estilo Cronos, le declaró la guerra a sus hijos, pensando que iban a intentar quitarle el trono. Los niños le vencieron y le mataron, y cuando Tiamat se enteró se cabreó mucho, y decidió irse a por sus propios hijos. Lo hizo convirtiéndose en una serpiente gigantesca que, a parte de dar mucho por saco, dio a luz a otros dragones, además de a unos cuantos monstruos. Al final, los demás dioses la mataron y crearon el cielo a partir de sus costillas, los ríos Tigris y Eufrates a partir de sus ojos llenos de lágrimas, y la Vía Láctea a partir de su cola. Lo de las cabezas múltiples no vino hasta el siglo pasado, eso sí.
Destrucción del Leviatán, por Gustave Doré
Nuestra siguiente parada es el Antiguo Egipto, aunque tan solo es para saludar y para hacer una mención de pasada a algo que tuvo su cierta importancia. Aunque alguno podría considerar a Apofis un dragón por aquello de ser una serpiente gigante, no creo que nadie lo vea como tal a estas alturas de la feria. Y en realidad, aquello que vamos a ver aquí tampoco debería tener la consideración de dragón, si nos ponemos a ello: el uróboros, la serpiente que se muerde la cola. La primera representación de un uróboros aparece en la tumba de Tutankamon, y es una representación de Mehen, una deidad serpiente protectora de Ra, y a su vez es una representación de la naturaleza cíclica del tiempo. El problema de esto es que el uróboros fue tomado por los alquimistas como uno de sus símbolos, y evolucionó al dragón típico de la Edad Media europea, del cual hablaré algo más tarde (si Eilistraee quiere y a costa de no verle el careto a Matt Mercer y Liam O’Brien en Critical Role, malvados, que sois unos malvados ;P)
Y ahora nos detenemos en el Levante, toda la zona de las antiguas religiones semíticas: hititas, filisteos y demás gentuza varia. Aquí aparece Lotan, un sirviente del dios marino Yam, procedentes ambos de la religión de los canaanitas. Lotan era una serpiente marina enorme que sería derrotada por Hadad-Ba’al, dios de las tormentas. Lotan se convertiría posteriormente en lo que los cristianos conocemos como Leviatán, una criatura que solo Dios puede derrotar.
Hasta aquí, estas son todas las menciones que vamos a sacar del Oriente Medio, y antes de continuar quiero hacer una pequeña reflexión que luego nos servirá para más adelante. Dejando las criaturas de Egipto, que como véis en general no son consideradas como dragones más allá de alargar demasiado según qué descripciones, los mitos en los que aparecen dragones hasta el momento son relativamente similares: los “dragones” o grandes sierpes o como queráis llamarlos son criaturas nacidas del mar (que también está considerado como el caos primigenio) y que son derrotadas por un dios relacionado con el cielo o con las tormentas. Este paralelismo está también en los mitos proto-indoeuropeos, probablemente heredado de ellos, y se refleja también en otras mitologías antiguas, como ya veremos. Uno de los detalles que añaden los mitos proto-indoeuropeos es el de que la serpiente tiene siempre algo “múltiple”: muchas cabezas, muchas colas… Que de nuevo es algo que alimentará los mitos de las religiones que vinieron después.
Y hablando de mitologías que vienen después, pasemos a nuestros queridos amigos los griegos y sus primos hermanos los romanos, destrozadores de mitologías. Sí, lo de los egipcios lo llevo muy mal. Al caso, recordemos que la palabra inicial de la que surge dragón es precisamente drakon, que hace referencia a serpientes, aunque no siempre a bichos mitológicos. La primera mención conocida de esta palabra es en la Iliada, donde se dice que la espada y la coraza de Agamenon llevan decoraciones de dragones azules. La siguiente se encuentra en la Teogonía de Hesiodo, donde hace mención de cómo Zeus derrota a Tifón. La descripción que hace del padre de todos los monstruos es que tiene cien cabezas de serpiente que escupen fuego. Podéis comprobar aquí que la temática de un ser serpentino derrotado por un dios del rayo/trueno/cielo vuelve a aparecer en este punto. Esta es, sin embargo, la primera vez que se encuentra la relación de dicha serpiente con el fuego antes de que con el agua. Pero obviamente Tifón no es la única de las serpientes gigantes que vais a encontrar por aquí. Por supuesto, tenéis a la hidra de Lerma, con sus múltiples cabezas que vuelven a crecer cuando se las cortan y una de ellas es inmortal, Python, la serpiente gigante que aterrorizaba la zona de Delfi, esparciendo pestilencia y muerte hasta que Apolo le metió una flecha entre ceja y ceja, o Ladon, el dragón al que se tenía que enfrentar Jasón para conseguir el vellocino de oro, y al que pudo vencer con la ayuda de Medea.
El dragón de la Cólquide merendándose a Jasón.
Hago aquí un mini inciso porque sé que uno de mis peticionarios disfrutará de esta información: ¿los guerreros que nacen de dientes de dragón que usa Caster en Fate/Stay Night? Forman parte de la mitología griega, solo que no son cosa de Medea. Según la leyenda de la fundación de Tebas (la griega, mind you), Cadmo manda a sus hombres que busquen un manantial para sacrificar una vaquilla en honor a Atenea, y estos encuentran dicho manantial… guardado por un dragón que Ares ha puesto ahí porque Ares es un capullo. Cadmo derrota al dragón y, siguiendo el consejo de Atenea, planta los dientes del dragón en el suelo. De estos dientes surgen como setas, que diría Mushu, unos soldados llamados spartoi. Tras una pelea entre ellos, solo quedan cinco guerreros que ayudarían a Cadmo a construir la ciudad.
Hemos hablado de las serpientes gigantes que entrarían dentro de la palabra drakon, pero los griegos tenían otra palabra para los monstruos marinos: ketos, que los romanos cambiarían por cetus. El más famoso es el que aparece en la leyenda de Perseo, mandado por Poseidón contra Etiopía porque a Casiopea se le ocurre la genial idea de decir que su hija Andrómeda es más bella que las Nereidas (no, en serio, la gente de las leyendas es bastante tolozona en estos aspectos). Para salvar el reino, Cefeo y Casiopea se ven obligados a ofrecer a Andrómeda en sacrificio al monstruo. Por supuesto, Perseo pasa por ahí, le enseña la cabeza de Medusa al bicho y lo convierte en piedra. La descripción habitual de los ketos suele ser la de una especie de pez-serpiente gigante que podría entrar dentro de la definición de serpiente mitológica que estamos siguiendo (por no hablar de algo que a lo mejor entraría en lo que cierto biólogo loco querría pescar).
Ahora entramos en el punto en el que las cosas empiezan a dirigirse hacia la idea que tenemos en la actualidad de los dragones occidentales, al tiempo que nos adentramos en los mitos germánicos y escandinavos. Aunque la primera impresión que tenemos nos la llevamos por parte de la ya mencionada historia de “dios de las tormentas se da de hoxtias contra serpiente gigante” por parte de la lucha entre Thor y Jörmungandr, son dos héroes de estos mitos los que nos interesan: Beowulf y Sigurd. Sobre todo en el caso del primero, y del poema épico anglosajón escrito entre el 700 y el 1000 d.C. que describe sus aventuras, se considera la primera aparición de un dragón en el sentido en el que los conocemos ahora. Al final del poema, tras haber gobernado durante cincuenta años en paz, el reino se ve amenazado porque un esclavo tiene la genial idea de robar una copa del tesoro de un dragón que estaba durmiendo, despertándolo y cabreándole. Beowulf, que está mayor ya, se enfrenta al bichejo acompañado tan solo por Wiglaf, el más joven de todos sus compañeros. El enfrentamiento no va precisamente bien para Beowulf, que es herido de muerte, y es Wiglaf el que tiene que acabar con el bicho. El poema no describe la forma del dragón, aunque podemos dar por sentado que es una serpiente grande. Lo que si da es una serie de características: es nocturno, tiene un tesoro, es pelín vengativo, tiene un mordisco venenoso y escupe fuego. Hay que señalar que hay muestras de que la historia ya era conocida y antigua para cuando se escribió el poema, y existen varias representaciones de Beowulf o del dragón.
Posterior a Beowulf, tenemos la saga Volsunga, la historia de Sigurd, y el capítulo de su enfrentamiento contra el dragón Fafnir. La historia nos dice que Fafnir era el hijo de un rey de los enanos, que mató a su propio padre para conseguir el oro maldito de Andvari, y que debido a su avaricia y a la propia maldición del oro acabó convertido en un dragón. De este encantador bichejo sabemos que lo que escupía era ponzoña, y que al beber su sangre Sigurd aprendió el idioma de las aves, lo que le permitió averiguar que iba a ser traicionado. Más allá de eso, lo que más se remarca de Fafnir aquí es su avaricia, que es alimentada por la maldición hasta que le convierte en dragón. Característica esta que se volverá común en casi todos los dragones más adelante.
San Jorge apalizando al dragón
Y así damos paso a los dragones tal y como eran descritos en la Edad Media. Aquí hago una separación entre la cultura de Europa Occidental y lo que sería la mitología eslava porque, aunque tienen muchas similitudes, ambos tipos de dragones tienen ciertas diferencias. En el caso de los dragones de la Europa Occidental, es probable que todo el mundo se sepa ya la descripción: bichos con cuerpos serpentinos, cuatro patas, alas a lo murciélago y que escupen fuego. Al parecer, esta imagen surgió de una combinación entre los dragones serpentinos de la mitología grecorromana, descripciones de bichos similares en la Biblia y ciertas historias tradicionales. La imagen más antigua que existe de este tipo de dragones es una ilustración pintada a mano de un manuscrito conocido como MS Harley 3244, y está fechada hacia el 1260 d.C., que aunque muestra un animal mucho más largo que el de la imaginería actual, ya tiene todos los elementos conocidos. Los dragones se hicieron extremadamente populares entre los siglos XI y XII, y hay un buen número de leyendas sobre ellos, como por ejemplo la razón por la que el emblema de Gales es un dragón rojo. La historia cuenta que Vortigern, un rey bretón que estaba siendo acosado por los sajones a los que él mismo había invitado a la isla, estaba intentando construir una fortaleza en lo alto de un monte, pero cada día lo que había hecho desaparecía. Un profeta (no me meteré aquí con ello porque tengo un artículo entero que tengo que acabar que habla de esto y otras cosas precisamente) le dice que cave en el sitio, y que encontrará una fuente con dos serpientes/dragones en ella, una blanca y una roja. Tras la pelea de los dos bichos, el profeta le dice que el dragón blanco representa a los sajones, y el rojo a los bretones, y que aunque el blanco triunfe, el rojo volverá tarde o temprano para expulsarle (no es que el profeta fuera muy ducho, pero eso ya…).
A pesar de ser bichos que escupen fuego y todas esas cosas, los dragones seguían reteniendo un poco de su enlace con el agua, ya que se les describía como criaturas que habitaban en cavernas cerca de un río (de una manera similar a Fafnir). También solían estar asociados a Satán, por aquello de que en el Apocalipsis se refieren a él como un dragón. Que probablemente sea una traducción bastante nefanda desde el griego, porque recordemos que drakon es serpiente, y creo que no le descubro nada nuevo a nadie si digo que el demonio tiene una asociación bastante clara con las serpientes. Tal vez por la asociación, los dragones aparecen en las historias de algunos santos, como en la de Santa Margarita de Antioquía, que al parecer no era suficiente que fuera una martir, así que la enfrentaron a un dragón que se la come, y del que logra salir haciendo la señal de la cruz. Y por supuesto tenemos la cacareada historia de San Jorge, que pasó de ser un soldado romano de la época de Diocleciano que no le salió de las narices decir que no era cristiano a un típico caballero de cuento que se fue a rescatar a una princesa y se enfrentó a un dragón. Cómo dio esos pasos dan para todo un artículo por sí solo, así que por el momento lo dejaré estar. De momento.
Los dragones acabaron siendo un símbolo heráldico muy popular, hasta el punto de que, tras un soberano caos en el que la gente dibujaba los dragones como les daba la gana, comenzó a distinguirse entre los dragones en sí (que tendrían cuatro patas) y los wyvern (que tendrían dos). Un apunte divertido con los wyvern es que, a pesar de que estaban asociados con la pestilencia y la envidia, en heráldica eran un símbolo de la lucha contra el demonio. Go figure. Algo más tarde se añadieron dos criaturas más: la cocatriz (que viene a ser un wyvern con cabeza de gallo y que se suponía que nacía de un huevo que ponía un gallo en un estercolero, así que podéis imaginaros el pedazo de invent) y el basilisco (que supuestamente nace de un huevo que ha puesto una cocatriz de nueve años en un estercolero y que ha sido empollado por un sapo, y que es una serpiente pequeña pero que te mata de una mirada de lo jodidamente malavada y venenosa que es). Como nota divertida, al parecer el enemigo natural de estos bichos, por ser inmune a ellos, es la comadreja. ¿Sentido? NPI, la verdad.
Zmey Gorynych, ilustración de Ivan Bilibin

Habiendo hablado ya de los dragones y de las variantes y criaturas extrañas nacidos a partir de la imagen de los mismos, al menos durante la Edad Media en la Europa Occidental, puedo pasar a los dragones de la mitología eslava. Como ya he comentado, ambos tienen muchos puntos en común, y unas cuantas diferencias. Las palabras para referirse a ellos son, entre otras, zmey, zmiy o zmaj, que resultan ser variantes masculinas de la palabra para "serpiente". Una de estas variaciones es que muchos de ellos suelen tener múltiples cabezas, y también existen leyendas de que los dragones en realidad son serpientes que han crecido hasta alcanzar un cierto tamaño y poder. Esto último tiene ciertos paralelismos con algunas leyendas orientales.

No todos los dragones eslavos son malignos, por cierto. En los Balcanes, el zmei es más bien un dragón guardián que protege a la gente de los otros dragones malvados. Se piensa que esto simboliza la lucha del dragón "patriótico" que representa a los guerreros de los Balcanes en su lucha contra el dragón "maléfico" que representa a Turquía. Que es una variación curiosa, por otro lado. En otras zonas, los dragones toman el puesto de los sidhe celtas en lo de convertirse en parejas mágicas de personas, ya fueran o bien mujeres a las que luego arrastraban al inframundo y que solo podían ser salvadas por baños de hierbas específicas, o bien pastores pardillos. Aún así, la mayoría de los dragones eslavos suelen ser, como en el resto de Europa, malvados.

Una leyenda específica es la de Zmey Gorynych, en Rusia. Gorynych es un dragón de tres cabezas, cada una con un bonito par de cuernos de cabra, que respiraba fuego y que olía a azufre, del que se decía que causaba los eclipses al comerse el sol de manera temporal. El dragón era sobrino de un malvado mago malvado (tm) llamado Nemal Chelovek, que decidió un buen día hacer lo que todos los malvados magos malvados (tm) cliché y secuestró a una princesa. Todos los caballeros que intentaban rescatar a la dama en apuros acababan siendo liquidados por Gorynych, que no estaba para chufas. Hasta que llega un Ivan Tsarevich random (al parecer, Ivan Tsarevich es una especie de nombre general para cualquier héroe de cuento, lo que sería el equivalente al príncipe azul o algo del estilo), que recibe una espada mágica, se cuela en el castillo del hechicero, deja suelta a la espada y esta se carga al mago, para luego proceder a decapitar al dragón. Y por supuesto vuelve con la zarevna rescatada y acaba casándose con ella.

Con esto, daríamos fin a las tropocientas variantes de dragón en Europa. Nuestro siguiente paso es mirar hacia el Lejano Oriente. Pero no vamos a empezar con los países en los que estaréis pensando con toda seguridad, sino que nos quedaremos un poco antes en el trayecto. En India, para ser concretos.

En el Rigveda, el más antiguo de los cuatro Vedas, se relata el enfrentamiento de Indra, el dios hindú de las tormentas, con Vritra, una serpiente gigante que es la representación de la sequía (hola, temática ya discutida hasta la saciedad en este mismo artículo). Vritra es en realidad un Asura, que son los seres contrarios a los Deva, los dioses hindúes. En escrituras posteriores Vritra perdería su naturaleza de serpiente y se convertiría en un demonio creado por el dios de los artesanos para vengar la muerte de su hijo a manos de Indra. Por qué decidieron convertir esta historia en un culebrón es algo que se me escapa.

Vritra no es la única serpiente gigante que existe en el Rigveda. Más adelante aparece Visvarupa, una serpiente de tres cabezas a la que Indra y un segundo dios se cargan para recuperar varias cabezas de ganado. También existen otras serpientes gigantes que comparten poderes y atribuciones con Vritra en otros relatos posteriores. Como podéis observar, estas criaturas no pasaron por los cambios que sufrieron los dragones europeos, aunque guardan ciertos puntos en común con los mitos más antiguos.

Ahora sí, pasamos a la joya de la corona, lo que pensamos cuando nos hablan de dragones orientales: los dragones chinos.

Detalle de un muro de Nueve Dragones en Datong

El dragón ha formado parte de la cultura china desde el neolítico. La figura más antigua conocida de un dragón chino pertenece a la cultura Yangshao y está datado en el 5000 a.C., en una época en la que ni los Egipcios estaban formados en dos reinos. El dragón fue evolucionando durante los años, hasta llegar a la imagen que tenemos ahora. Según un poeta y filósofo chino, el dragón tenía la cabeza de un caballo o de un camello, cola y cuello de serpiente, cuernos de ciervo, ojos de demonio, vientre de almeja, escamas de carpa, garras de águila, plantas de tigre y orejas de vaca. He visto quimeras en la cultura europea que tienen menos mezcla, para ser sinceros. Y tonterías las justas, los chinos se tomaban en serio la figura de los dragones y la tenían muy reglada. de hecho decían que el dragón tenía un total de 117 escamas, 81 de ellas correspondientes al yang y 36 de ellas al ying. Si echáis cálculos, veréis que estos tres números son múltiplos de nueve, y esto es así porque el nueve es un número sumamente importante. El número nueve era el número que representaba al emperador, de forma que se asociaba al mismo con el emperador.

Y aunque todos los chinos se consideraban a sí mismos "descendientes del dragón" (por el hecho de que distintas etnias proclamaban ser descendientes de algún animal), solo las personalidades más importantes del país tenían derecho a llevar dragones bordados en la ropa. De hecho, durante las distintas dinastías existieron distintos reglamentos sobre quién tenía derecho a llevar qué en la ropa, y el dragón era el bordado más exclusivo en casi todas ellas (hay una diferencia entre el dragón de cinco garras y el de cuatro, pero sería meterme ya en cada una de las legislaciones y, en serio, ¡no tengo tiempo para ello!)

Como podéis observar en la descripción, los dragones chinos no tienen alas. No las necesitan. Su capacidad de volar no es física, sino mística. Los dragones chinos era considerados deidades relacionadas con el agua, sobre todo con la lluvia y las tormentas, pero también con los grandes cuerpos de agua y con los cuerpos de agua corriente como ríos. Tenían grandes poderes, por supuesto, como crear nubes, transformarse en agua, cambiar de tamaño al gusto, cambiar de color o incluso brillar en la oscuridad. Los dragones eran criaturas benevolentes, pero cuando el budismo alcanzó China, introdujo la idea de que existía una cierta malevolencia en ellos. Que he de suponer que esto era un reflejo de las propias creencias del hinduismo o algo, porque es la única explicación que le veo a este cambio.

Porcelana mostrando una imagen de Qinglong
Hay un sinnúmero de dragones con nombre en la mitología china. De hecho se menciona la existencia de unos mil nombres, entre nombres propios y generales, muchos de ellos que ni siquiera usan el ideograma de lông. El más importante sería el Dios Dragón, aquel que gobierna sobre la lluvia y dónde debe caer, y representa el yang masculino. Otros dragones de importancia serían los Cuatro Reyes Dragón, los gobernantes de los Cuatro Mares: Aoguang, rey del Mar del Este (o lo que sería el mar de la China Oriental), Aoqin, rey del Mar del Sur (el mar del Sur de China), Aorun, rey del Mar del Oeste (el lago Qinghai), y Aosun, rey del Mar del Norte (el lago Baikal). Además de estos cuatro reyes, muchas aldeas que se encontraban a las orillas de los ríos tenían un templo a su propio "Rey Dragón", al que rezaban para calmarle cuando había sequía o cuando las cosas se salían de madre.
Durante la dinastía Song, el emperador Huizong eligió cinco dragones a los que nombró como reyes e importantes divinidades. Estos cinco dragones eran Qinglong (el dragón azur), Zhulong (el dragón bermejo), Huanglong (el dragón amarillo), Bailong (el dragón blanco) y Xuanlong (el dragón negro). El primero y el tercero ya formaban parte del simbolismo chino, indicando dos puntos cardinales, el oeste y el centro. El resto estaban ocupados por otras criaturas que acabaron solapadas por estos dragones. Zhu Que, el pájaro bermejo, Bai Hu, el tigre blanco y Xuan Wu, la tortuga negra, pasaron junto con Qinglong a ser los cuatro guardianes celestiales.

Existen multitud de costumbres con respecto a los dragones, desde combates entre barcas hasta bailes, pasando por las formas tradicionales de dibujar a un dragón (nunca boca abajo porque da mala suerte que no pueda elevarse a los cielos, y muchas veces enfrentado a su eterno rival, el tigre). Para Occidente, el símbolo de China es precisamente el dragón, aunque la Republica de China jamás lo ha utilizado, probablemente por sus connotaciones sobre el poder imperial, cosa de la que no haré comentarios aquí porque no es sitio.

La influencia de China en todas las regiones limítrofes ha afectado mucho la imagen que tenían en estos lugares de los dragones. Tal vez la región más influenciada en ese sentido es Japón, que aunque también ha recibido préstamos de Corea y de la India, se basa sobre todo en la mitología china, como demuestra el hecho de que ellos tengan también a los cuatro guardianes celestiales (Suzaku, Biakko, Genbu y Seiryuu) y a los cuatros Reyes Dragón de los Cuatro Mares (Gôkô, Gôkin, Gôjun y Gôjun, y sí, los últimos dos se pronuncian igual). Incluso cuando no son los personajes adoptados de China, los propios dragones japoneses siguen siendo divinidades relacionadas con el agua y con la lluvia.

Dragón, pintura por Hokusai
Las primeras referencias a los dragones japoneses aparecen en dos textos: el Kojiki (680 d.C.) y el Nihongi (720 d.C.), en los que aparecen mencionados Yamata no Orochi (que, cuirosamente, vuelve a plantear esa temática de dios de las tormentas matando serpientes gordas al acabar con ella Susano-O), Ryûjin, el emperador de todos los mares y océanos y que vive en un palacio debajo de las aguas en el que guarda las joyas de las mareas, y su hija Toyotama-hime, así como Mizuchi, una deidad del río a la que en alguna ocasión se habían sacrificado humanos para calmar su ira, y los wani, monstruos marinos. Con posterioridad aparecerían otras leyendas, como la de Kiyohime, una mujer que por despecho aprende magia y se convierte en dragón para cargarse al monje que la rechazó, o Zennyo Ryûô, un dragón con una serpiente en la cabeza que es una deidad de la lluvia.

Como ya hemos dicho, los japoneses no solo recibieron préstamos de los chinos en lo que a sus dragones respectaba. De la cultura hindú adquirieron la existencia de las nagas y las nagaraja, criaturas serpentinas con rostro o cuerpo humano. Así mismo, las joyas de las mareas que están en posesión de Ryûjin son muy probablemente un paralelismo con unas piedras llamadas cintamani, que poseían el poder de cumplir los deseos, y que son una especie de equivalente a la Piedra Filosofal tal y como la entendemos los europeos.

No solo Japón bebe de China en este aspecto. Corea recibió una fuerte influencia, de tal modo que la única diferencia que uno puede encontrar entre un dragón chino y uno coreano es que este último tiene una barba más larga. También los coreanos dan una gran importancia al número nueve y al número de garras que tiene el dragón en concreto. De hecho, se puede ver a veces a los dragones representados con una gema llamada Yeouiju, que no es ni más ni menos que las cintamani de las que he hablado antes. Según los coreanos, solo los dragones de cuatro o más garras pueden llevar estas poderosas gemas, ya que los de tres no están preparados para ello.

La principal diferencia de Corea es la existencia de unas criaturas llamadas imugi: unas serpientes gigantes sin cuernos que aspiran a convertirse en dragones. Hay distintas creencias con respecto a los imugi: unos dicen que pueden convertirse en dragones si consiguen atrapar una Yeouiju que caiga del cielo, otros que no son dragones porque sufrieron una maldición, y otros que en realidad son futuros dragones, que deben vivir hasta mil años para convertirse en uno. Sea cual sea la versión, en todas ellas se remarca que los imugi son seres benevolentes, asociados con la buena suerte.


Estatua de un dragón frente a Ngu Long Mon, Vietnam
Un último apunte sobre Corea: tienen su propia cocatriz. El nombre coreano es Gye-lyong, y no está considerada como dragón. En realidad son las criaturas que tiran de los carros de las figuras legendarias importanes del país. Cómo cambia el cuento de un lado a otro, ¿eh?

Me queda un último dragón en la recámara: el vietnamita. Los vietnamitas creen por tradición que son descendientes de un dragón y un hada. Lo divertido del tema es que, el origen, los dragones de Vietnam no se parecían demasiado a los chinos. La descripción que se da de ellos es la imagen combianada de un cocodrilo, un gato, una serpiente, una rata y un pájaro. Ahí es nada. En realidad, los vietnamitas veneraban a los cocodrilos como dragones, y durante sus primeras dinastías las estatuas reflejan efectivamente eso. Pero con la llegada de la Dinastía Lê, el dragón comenzó a ser influenciado por el chino hasta que se convirtió en una copia más.

Podría seguir hablando sobre criaturas serpentinas, porque si cogemos la definición amplia de dragón, supongo que podría meter a Yurlunggur, o a Quetzalcoatl, o a alguna deidad o espíritu de las tribus africanas, o... Pero por un lado no creo que nosotros mismos pensemos en ellos como dragones sino como otro tipo de cosas, tampoco quiero andar pisando demasiados callos si hay gente que piensa de esta manera, y por otro lado no tengo tiempo para ello. Porque, no es por nada, pero en un solo post me he metido en trece mitologías distintas, que se dice pronto. Creo que podemos dar por zanjado el dichoso asunto.

Y con esto y un bizcocho, vuelvo a mis clases de programación web, en la esperanza de que algún día acabe alguno de los artículos que tengo en la recámara para seguir posteando. Porque, de verdad, esto no es vida @_@

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