jueves, 28 de junio de 2018

Desbarajustes artúricos...

...o por qué no se me debe dejar cerca cierto tipo de libros.

Hace tiempo, se me ocurrió una especie de proyecto personal: leer todo lo que pudiera encontrar de la leyenda artúrica, desde el primer documento que hubiera existido hasta el último. La idea era hacer esto para escribir una historia que cristalizara la esencia más pura. Lo primero que hice fue conseguir un listado de obras, desde la más temprana hasta la más tardía, en la que se mencionara al rey Arturo, y buscarlas en internet. El problema es que la cosa era más complicada de lo que podía parecer. Para empezar, aunque los textos antiguos están libres de derechos y por lo tanto debería haber sido posible descargarlos, no todos ellos estaban digitalizados. De hecho, el número de textos digitalizados no llegaba a la mitad. Así que lo de “cristalizar la esencia” de la leyenda artúrica era algo que no iba a poder hacer ni de coña marinera. Pero ya que tenía un buen número de libros, y en concreto aquel en el que aparecía la primera mención escrita jamás hecha del rey Arturo, al menos podía leerlos y conocer algo mejor el tema, que es algo que siempre viene bien. Sobre todo cuando algunos se ponen merluzos con respecto a cierta versión genderbent. Si supierais, hijos midos.

El caso es que comencé a leer los libros, y al tercero la cosa empezó a volverse… ¿interesante? ¿Divertida? ¿Digna de un facepalm? Lo que sea, el resultado es que he descubierto cosas, y como creo que a alguien le harán gracia mis reacciones, pues aquí os dejo mis comentarios y apuntes con respecto a mis encontronazos en esta aventura artúrica. Amantes de la pseudohistoria, absteneos, no vaya a ser que tanto texto de la Alta Edad Media como voy a manejar por aquí os deje mirando para Antequera.

Arturo derrotando a los sajones, por John Casell. Vamos a tener bastante de esto en este artículo.


Comencemos por el principio de este viaje, es decir, mi lectura de la traducción del Historia Brittonum (Historia de los Bretones). Se supone que el libro fue escrito en el año 828 d.C. por un individuo llamado Nennius… Solo que el tal Nennius no existió de verdad, o al menos eso es lo que piensan los historiadores modernos, que dicen que la obra es en realidad un recopilatorio llevado a cabo por varias personas. La cosa no está verdaderamente clara, ni creo que lo esté jamás a menos que de repente aparezcan pruebas irrefutables, cosa un tanto complicada. Volviendo al libro, este era una especie de recopilación de la historia de los pueblos de Britania desde que esta fuera poblada, teniendo en cuenta siempre que el texto está sujeto a las creencias de la época, es decir, que la Tierra no pasaba de los 6000 años, y que los bretones eran todos descendientes de un supuesto nieto de Eneas llamado Bruto. I kid you not. Por supuesto, hoy en día el texto está más bien desacreditado en su mayoría, porque muchos de sus datos son de obvio origen mitológico, otros no pegan con la realidad ni con cola (ya hablaremos de las incursiones de Julio César en Britania, os vais a reír), y otros tantos son difíciles de probar. Esto no quiere decir que todo el texto quede invalidado, porque en otros casos añaden cosas a datos que se pueden corroborar comparándolos con los documentos de Gildas el Sabio (500-570) y Beda el Venerable (672/3-735). ¿Por qué es importante mencionar esto? Pues porque algunos personajes de los que voy a hablar ahora existieron en la realidad.

El más importante de estos personajes reales, o al menos el que más bombo recibe en el libro, es Vortigern. Supuestamente un rey de los bretones, Gildas se refiere a él como un usurpador y un tirano, y Beda nos da su nombre y su título. Tanto en estas versiones como en el Historia Brittonum, sus crímenes son múltiples: orgullo, avaricia, e incluso incesto en el caso del último libro mencionado. Pero el verdadero crimen de Vortigern es dejar que los sajones se instalen en la isla. Lo que nos cuenta el Historia Brittonum es que Vortigern se enamoró de la hija de uno de los dos líderes sajones (llamados Hengist y Horsa, y que en realidad se piensa que no son reales sino que son una personificación de dos divinidades relacionadas con los caballos, y no, os juro por Eilistraee que no me estoy inventando esta mierda), y el susodicho líder aceptó a cambio de que le dieran un territorio, a lo que Vortigern les regaló Kent… sin decírselo al gobernante de Kent, que os podéis imaginar lo ilusionado que estuvo. Volviendo a nuestros amigos los sajones, estos iban consiguiendo tierras y más tierras sacándoselas a Vortigern como pago por pegarse contra los pictos y los celtas. Hasta que llega un tal San Germanus que le afea la conducta y Vortigern, como el valiente hombre que es [/sarcasm], sale por patas a consejo de sus ayudantes, y busca un sitio donde hacerse una fortaleza.

Vortigern con los dos dragones, ilustración del s. XIV
Y aquí, chicos, es donde empiezan los tripis: Vortigern encuentra un sitio cojonudo para su fortaleza y se prepara para construirla, mandando que traigan material para que empiecen con la obra. Pero a la mañana siguiente, los materiales desaparecen. Cuando pasa esto hasta tres veces, Vortigern se va a sus consejeros, que le dicen que se vaya a buscar a un chico que haya nacido sin padre, le mate, y bañe la colina con su sangre. Y allá va Vortigern a buscar al chico dichoso, hasta que un día escucha que un crío le espeta al otro algo sobre no tener padre. Se va a hablar con la madre que le dice que sí, que no sabe cómo le ha concebido pero que es lo que ha pasado. Vortigern se lleva al chaval, y cuando este le pregunta qué piensa hacer, Vortigern le dice lo que tiene planeado. El chaval entonces empieza a poner en evidencia a los consejeros y empieza a darle instrucciones a Vortigern de lo que hacer, describiendo exactamente lo que va a encontrar: una piscina, dentro de la cual hay dos vasijas; dentro de una de las vasijas hay una tienda y al desenrollarla encuentran dos serpientes, una blanca y la otra roja. La blanca se dedica a perseguir a la roja por toda la tienda hasta que la roja decide tomar fuerza y expulsa a la blanca. El chaval les explica que las serpientes son en realidad dragones, que la roja representa a Vortigern, la blanca a los sajones, y que lo que habían visto sería una representación de lo que pasaría con ellos. Vortigern le pregunta que quién demonios es, y el chaval responde que se llama Ambrosius, y que su padre era un cónsul romano. Total, que Vortigern se pira dejándole al chaval la colina porque al parecer es su destino poseerla. Se piensa que esta historia en realidad se trata de una leyenda que había tenido otros protagonistas hasta que fueron sustituidos por nuestro reyezuelo y el chaval. A pesar de eso, tened en cuenta los detalles porque volverán a asomar su fea cabeza más pronto que tarde.

(¿En cuanto a Ambrosius? Es real. El nombre completo es Ambrosius Aurelianus, también conocido como Aurelius Ambrosius; fue un caudillo bretón que consiguió reunir a los supervivientes de las incursiones sajonas y plantar cara a los invasores. Aunque no se le menciona directamente, se cree que él o uno de sus descendientes fue el líder de los bretones en la batalla de Badon, donde la derrota sajona fue tal, que los bretones estuvieron viviendo en paz y tranquilidad durante una larga temporada)

Después de dar más vueltas que un imbécil, Vortigern consigue encontrar un sitio y se monta su fortaleza tan chupi. Hengist, por su parte, está un poco quemado porque los hijos de Vortigern le están dando pal pelo, así que decide hacerle una putadita. Invita a Vortigern y a su equipo a una conferencia de paz, y mientras están en ella, los sajones sacan sus cuchillos, pasan al idem a todos los nobles (unos trescientos), y a Vortigern le liberan después de forzarle a pagar un rescate a base de territorios. Y como a perro flaco todo son pulgas, el tal San Germanus, que a cabezón no le gana nadie, se va para su casa con todo el clero para ponerle las peras al cuarto y, viendo que el tío sigue igual de impertinente, se queda delante de la fortaleza tres días con sus noches rezando hasta que llueve fuego del cielo y la fortaleza se va a la mierda. En cuanto a Vortigern, el libro nos da tres posibles finales: que hubiera diñado en la lluvia de fuego, por listo, que se hubiera visto exiliado y hubiera muerto de forma ignominiosa, solo y abandonado, o que se lo hubiera tragado la tierra. El caso es que desaparece de nuestro relato y Ambrosius de repente se convierte en el nuevo líder de los bretones, para alborozo general.

Hengist y Horsa llegando a Bretaña, por Richard Rowlands
Y aquí aparece por fin el tipo del que queríamos hablar, Arturito. Salvo que aquí no es rey. El título que recibe en el Historia Brittonum es el de Dux Bellorum, lo que viene a ser un equivalente a “señor de la guerra”. También usa la palabra miles, o “soldado”. La mención es más bien rápida: el libro dice que luchó en hasta doce batallas liderando a los bretones y saliendo triunfal en todas ellas, incluida la batalla de Badon de la que he hablado antes cuando mencionaba a Ambrosius Aurelianus. Desgraciadamente, no hay forma de certificar la verdad de estas afirmaciones, dado que Gildas el Sabio, la principal fuente de información sobre la susodicha batalla, no menciona el nombre de los participantes. Y aunque el nombre aparece en los Annales Cambriae (Anales de Gales), lo hace como un añadido en el siglo X, cuando ya se había escrito el Historia Brittonum. La teoría más extendida es que este Artur es en realidad la personificación de una entidad divina de forma similar a como lo eran Hengist y Horsa de los sajones. Una vez se mencionan estas doce batallas, Artur desaparece de nuestro libro, cuyo único resto de importancia para mi búsqueda era la mención de cinco grandes bardos de la época, entre ellos Taliesin.

Y como este libro no daba más de sí, de inmediato pasé a mi siguiente víctima, que era conocida precisamente como el “Libro de Taliesin”.

Aquí empiezan los primeros pequeños desastres. Taliesin como tal existió. Es mencionado en los poemas de otros bardos de la época (el s. VI), y se tiene una cierta certeza de qué demonios hizo con su vida. Estuvo al servicio del rey de Rheged, Urien, y de su hijo Owain mab Urien. Y aunque os parezca mentira, esta mención es importante para algo que explicaré más adelante (aunque probablemente los que me conozcan sepan exactamente por qué es esto importante). El caso es que Taliesin se acabó convirtiendo, además de en un referente poético para futuras generaciones, en una especie de figura legendaria a la que básicamente le largan una variante de la historia del Salmón de la Sabiduría, solo que con una bruja que tiene un hijo muy feo y una poción extraña.

Entonces, os diréis, el “Libro de Taliesin” está escrito por este individuo, ¿no? Pues sí y no. Veréis, el Libro de Taliesin es en realidad un manuscrito de la primera mitad del siglo XIV, que además está incompleto y dañado… pero que tiene la colección de poemas más antiguos en galés. El problema es que los poemas no son de una época específica, sino que son de distintas épocas, y aunque un buen número de los autores proclaman ser Taliesin, la métrica y el lenguaje parecen indicar lo contrario, aunque podría tratarse más de una especie de invocación de la capacidad creativa del bardo que realmente de un intento de apropiarse de su nombre. Del total de 57 poemas, solo doce de ellos son considerados como verdaderamente escritos por Taliesin: un poema satírico, otro referido a cierta batalla, varias elegías y poemas dedicados a Urien, y una elegía dedicada a Owain. Los demás parecen tener su origen entre los siglos X y XI, incluyendo todos los que hacen referencia a Myrddin Emrys y a Arthur, Dux Bellorum. Para aquel entonces, como os podéis imaginar, Taliesin estaba muerto y enterrado.

Aun así, estos poemas son lo suficientemente antiguos como para ser tenidos en cuenta, especialmente por ciertas menciones. La primera de ellas es por supuesto la de Myrddin Emrys, que está basada a su vez en otra figura ajena a la leyenda artúrica: Myrddin Wyllt, un bardo que según la tradición se volvió loco tras la batalla de Arfderydd allá a finales del siglo VI y se perdió en el bosque y se quedó allí con los animales, recibiendo el don de la profecía. Por alguna razón, los poetas comenzaron a relacionarlo con Arturo, y a ponerle como alguien poderoso y sabio que había sido maestro y alumno al mismo tiempo de Taliesin, era prácticamente inmortal, y era el que le había dado la espada a Arturo, entre otras cosas. Otra mención curiosa es la de la “Mesa Redonda”, una parte importantísima de la leyenda artúrica… solo que en este caso, la mesa redonda es en realidad una especie de institución formada por los mejores bardos, y los que tienen una silla en la misma son Taliesin y Myrddin Emrys.

Además de nuestro amigo Myrddin, algunos poemas hacen mención a Cei (Kai) y Bedwir (Bedivere) ya como sirvientes de Artur/Arthur. Una de las menciones que más salta a la cara es de hecho la mención que se hace de Cei en Preiddeu Annwfn (El saqueo de Annwfn), uno de los poemas con más carga artúrica del libro de Taliesin, indicando que este personaje está con Artur cuando este decide atacar Annwfn, el equivalente al inframundo en los mitos galeses. Como creo haber mencionado más arriba, los historiadores piensan que Arturo es en realidad una especie de figura mitológica a lo Cú Chulainn. Pues bien, algunos eruditos usan este poema como prueba de que esto era así, haciendo que sea… no sé, ¿una especie de Heracles bretón? Básicamente se baja al inframundo con un cojón de soldados, y le fulminan a todos menos a siete (entre los que se encuentran Cei y Taliesin según el poema), aunque consigue hacerse con trofeos, lo que incluye un caldero y un buey. Que esto hace que tenga aún más ganas de leer Crónicas de Prydain porque estoy viendo los paralelismos y descojonándome porque el autor de Crónicas de Prydain es un poquito cabroncete. Pero volviendo al poema, y a lo que los eruditos dicen de él: aunque antes se pensaba que esto podía ser uno de los orígenes de la relación de Arturo con el Santo Grial (paralelismo que se acabó anudando gracias a Chrétien de Troyes, de quien hablaré si vuelvo a mosquearme con esto), los historiadores modernos no están tan seguros de eso, aunque algunos dicen que no es buena idea desechar las coincidencias entre este poema, ciertas leyendas celtas y el Grial.

Ah, por si acaso necesitáis saberlo: no se sabe en qué época se escribió el Preiddeu Annwfn en concreto, aunque por el modo en el que están escritos y dispuestos los versos, se piensa que la fecha aproximada es del 900 d.C. Es decir, siglo VIII-IX.

Hay, por lo que tengo entendido, algunos poemas que pasaron en algún momento del Libro de Taliesin al Mabinogion. Como este último no me lo he leído, no puedo contaros gran cosa, pero está en la lista de cosas a mirar, si es que alguna vez me recupero de la impresión. Porque, como ya os habréis figurado, no me quedé aquí, ni este fue el texto que me traumatizó. No, ese honor lo retiene otro escrito.

Este, damos y caballeras, es el libro. Si este libro no hubiera existido, el rey Arturo se habría quedado en una nota al margen, un personaje de la mitología galesa cuyo nombre lo habrían conocido cuatro mataos. ¿Y sabéis que es lo mejor del tema? ¡QUE ES UN PUTO FANFIC! Y encima malo, para colmo de desgracias.

Godofredo de Monmouth, el culpable de este desaguisado
El libro es Historia Regum Britanniae (Historia de los Reyes de Bretaña), escrito supuestamente en el 1136 d.C., y lo que uno se da cuenta en un escaneado rápido es que a su autor, Geoffrey de Monmouth, el Historia Brittonum se la puso muy dura. Sabes que las cosas van mal cuando el tío se tira cerca de diez capítulos narrando la página sobre que los bretones descienden del nieto de Eneas. Más aún cuando tras hablarte de la liberación de los troyanos y de los peligros que corren en el mar a causa de los piratas, te narra con todo lujo de detalles cómo esos mismos individuos deciden hacer saqueos al más puro estilo piratil. Que tampoco es de extrañar, conociendo a los ingleses, pero que no tiene nada que ver con el tema que tratamos. Pero entonces llegas a las menciones a Julio César y la credibilidad que pudiera tener el texto se va a la mierda. ¿Que por qué lo digo? A ver, cómo contarlo… Según nuestro amigo de Monmouth:

  • Julio César decide que como los bretones son descendientes de Eneas, tiene que gobernarlos (en realidad se fue para allá porque estaba de que ayudasen de los galos hasta los cojoncillos)
  • Deciden que van a desembarcar en la desembocadura del Támesis (en realidad desembarcaron en la playa de Kent)
  • Los bretones destrozaron a los romanos en una enorme batalla y Julio César tuvo que salir por patas de allí (aunque es cierto que César no derrotó a los bretones, la mayoría de los historiadores piensan que se trataba más de una expedición de reconocimiento a la que los bretones reaccionaron poniendo toda la carne en el asador)
  • Cuando volvió, le tuvo que dar obsequios a los galos para que no acabaran con él (esta fue la parte que hizo que me saltaran todas las alarmas. Primero, porque Roma no habría admitido nada semejante de un cónsul, y segundo, porque César procedió a pasar por encima de los galos)
  • Hubo una segunda expedición en la que le derrotaron hundiendo toda su flota poniendo hierros en la desembocadura, y la tercera invasión le salió bien solo porque uno de los bretones traicionó a los demás (en realidad, no hubo nunca una tercera invasión: César llegó a Britania con una flota del cojo carajo, puso a su ejército a trabajar, y simplemente fue avanzando hacia delante quitándose a los ilusos bretones de en medio a collejas.)

Por supuesto, uno podría pensar que, de manera similar a lo de Brutus, lo de Julio César era creencia popular… salvo por el hecho de que los romanos en general y César en particular eran una panda de obsesivos-compulsivos que documentaban hasta de qué color tenían la ropa interior, si es que alguna llevaban. Y los documentos resultantes estaban en latín, algo que un eclesiástico como Geoffrey de Monmouth podría haber leído si se hubiera molestado. Y teniendo en cuenta que el libro de César sobre la guerra de las Galias es obtenible en su totalidad a día de hoy, el número de copias de esa mierda debe haber sido infinito+1 o algo. Pero no, ¿para qué investigar cuando puedo coger lo que pone el autor del otro libro e inventarme el resto? ¡Hala, a la aventura! Y claro, lo de que los bretones (hasta los traidores) queden como que super cool y super pro pues como que comienza a saltar mucho a la cara y esas cosas.

Y si creíais que ese iba a ser el único desmán que el caballero se iba a inventar, os podéis ir preparando, porque hay más. Después de un cierto número de años gobernándolos, los romanos deciden que están hasta los huevos del sitio este y se piran de Britania. De inmediato, los pictos y escoceses deciden que es el momento ideal para atacar y claro, como los bretones son taaaaaan valerosos se tienen que ir a pedirle ayuda al rey de Armórica para que les gobierne. Este no está por la labor (panda plastas, debe pensar el hombre) y manda a su hermano, Constantino. Que supuestamente va a ser Constantino II, solo que no es realmente el verdadero Constantino II de Britania, porque Constantino II de Britania es más conocido como Constantino III, que fue el que se piró con todas las tropas de Britania y dejó a los bretones en bragas. Es aún más divertido cuando te das cuenta de que en el libro anterior esta parte ESTÁ CORRECTA. En cualquier caso, el pseudo-Constantino este se convierte en rey, le pega la patada a los invasores y se instala alegremente.

Y aquí ya las cosas van a empezar a hacer malabares. Este pseudo-Constantino tiene tres hijos. El mayor es Constans, que se mete a monje, y me paro aquí un momento porque resulta que Constans era el nombre del hijo del verdadero Constantino II, que era monje pero que Constantino II hizo que se saliera para convertirle en co-emperador de Roma (larga historia, MUY larga), y ahora veréis por qué es importante este inciso. Los otros dos hijos de pseudo-Constantino son Aurelius Ambrosius (que supuestamente debería ser Ambrosius Aurelianus; sí, el que era hijo de un cónsul romano) y Uther Pendragon. Sí, aquí lo tenéis, el famoso Uther Pendragon, que básicamente sale de la nada porque sí (en realidad, sale de fuentes galesas que estaría reflejando su propio mito, pero que a instancias de este libro sale de la nada, y más aún su relación con Ambrosius). Total, que Constantino II la diña en un momento dado, y deja a un par de nobles al cargo del reino hasta que los dos críos alcancen la edad adecuada. Pero ahora aparece en nuestra historia, ¡oh, sorpresa de sorpresas!, Vortigen, que aquí no es rey, sino una especie de consejero. Como quiere hacerse con el poder, se le ocurre un plan genial, que consiste en lavarle la cabeza a Constans y en convencerle de que deje de ser monje y ocupe el lugar de rey, que para eso tiene derecho, y el pobre Constans, que es algo cortico, acepta. Los nobles que ven esta operación se huelen lo que está pasando, y mandan a Ambrosius y a Uther para la Bretaña francesa con su tío para que les eduque.

Merlin y Vortigern en una ilustración de un manuscrito
Mientras tanto, Vortigern decide que tener a una marioneta en el trono no es suficiente, y que quiere ser rey él, así que urde un maléfico plan, que consiste en convencer al pobre pringao de que los pictos son super majos y que debe invitar a unos cuantos al palacio, y luego manipular a dichos pictos para que se carguen al rey. Hecho esto, Vortigern se carga a los pictos para no dejar testigos, se calza la corona y se nombra a sí mismo rey. Pero claro, el resto de los pictos no se toma muy a bien el haber sido utilizados, of course, y se lanzan al ataque. Que uno pensaría que Vortigern, después de marcarse ese tipo de plan, se lo habría esperado y habría sabido qué hacer, pero de repente se convierte en el cobarde idiota de Historia Brittonum y no sabe qué cojones hacer. Pero a esto llegan nuestros viejos amigos las figuras mitológicas, Hengist y Horsa, que pasaban por allí porque, según nuestro amigo de Monmouth, era costumbre en Sajonia, cuando tenían sobrepoblación, mandar a la gente más fuerte a la aventura. As in “venga, quiero que mis guerreros más fuertes se piren de casa para fundar su propia nación, mientras yo me quedo con los débiles”. Y claro, te entra la risa floja.

Es aún más cachondo cuando el tipo este decide que el orden en el que la historia está escrita en el libro original no le va y decide que va a cambiar las cosas un poco. Eso quiere decir que la invitación traicionera de los sajones se produce ahora en lugar de hacer lo de la fortaleza antes. Pero como el tema no le parece lo suficientemente épico y además los bretones quedan mal y tal, pues decide que no eran 300 sino 460, y que en lugar de ser vilmente asesinados por la espalda, intentan defenderse, pero como no tienen armas pues entonces les vencen, lo que no les hace un gran favor, la verdad. Añade además que de entre los 460 nobles que acompañaban a Vortigern hay uno que se salva, un tal Eldol al que ni cristo había mencionado antes, porque consigue una estaca con la que dar a sus atacantes hasta que logra abrirse camino hasta la ventana más próxima y salir por patas. ¿Y este individuo? Pues no vais a tardar mucho más en verle de nuevo, pero de momento tendréis que esperar.

En cuanto a Vortigern, ahora es cuando decide que se va a pirar a matalaspuercas a hacerse su fortaleza, y tenemos la misma historia de que lo que hace por el día desaparece durante la noche, y sus magos le dicen que se vaya a buscar al niño que ha nacido sin un padre. Pero claro, la posición en esta historia la ocupaba Ambrosius Aurelianus, pero Aurelius Ambrosius (que es el mismo personaje supuestamente, recordemos) ahora mismo está en Francia, y además todos sabemos quién es su padre. Entonces… ¿Qué hace este individuo? Pues engancha al Myrddin Emris de las leyendas, le da tres vueltas de campana, y le convierte en Merlinus/Merlín (que, según el escritor, también se llama Ambrose, por si acaso alguien ha escuchado la historia y levanta la ceja). No contento con eso, de repente hace que Merlín sea el hijo de una princesa que se había metido a monja, y que mientras era novicia un ser de luz la visitó y la dejó embarazada, y todo el mundo llega a la conclusión de que el ser de luz es un íncubo. Así porque le sale de los cojones. Total, que hace la misma mamarrachada de desenterrar a los dos dragones, pero en lugar de hacer la profecía simplificada, Merlín comienza a desbarrar durante cuatro o cinco páginas de una fumada con zorras, jabalíes, leones y vete tú a saber qué mierdas sin sentido. Aquí señalo que en uno de los poemas del libro de Taliesin que leí sale esta misma profecía (con todas las fumadas) solo que el que la suelta es Ambrosius, así que debo sospechar que alguien se copió del otro vilmente, pero si fue Geoffrey o el poeta que se hacía pasar por Taliesin, eso ya lo desconozco. Pero el resultado es básicamente lo mismo, un “que te pires” y Vortigern montándose su choza en otro lado.

Vortigern y los dragones, Geoffrey-style
Y a esto, reaparece Aurelius Ambrosius que ya está hecho un mocetón, y ni corto ni perezoso se va a darle de hoxtias a Vortigern, por palizas. Y entonces es cuando reaparece nuestro amiguito Eldol, que por supuesto se alía con Aurelius Ambrosius para vengar a sus colegas y qué se yo. Y aquí la cosa se vuelve divertida porque, aunque se supone que te está contando la vida y milagros de Aurelius, en realidad lo que te está narrando es lo chachi piruli que es Eldol, pero de tal modo que al poco tiempo estaba gritando “¡¡Gary Stu!!” a pleno pulmón. Vale, sí, le deja a Aurelius lo de cargarse a Vortigern, pero la verdad es que se lo carga por medio de prenderle fuego a la fortaleza, que es un buen sistema, por supuesto, pero no queda ni muy elegante ni muy caballeresco. Por supuesto, viendo el percal, nuestros amigos los sajones deciden que es hora de repartir estopa, y aquí Aurelius pasa a un segundo plano porque el que se carga al líder de los sajones no es otro que Eldol, que le vence en combate, le captura, y luego le decapita él mismo sin juicio ni mierdas, y encima tienes que aplaudirle. Y bueno, escribiéndolo así me doy cuenta de que no reflejo ni la mitad de las cosas que apuntan a que el personaje inventado este es un ejemplo de libro de wish fulfillment hecho mal. MUY MAL. De hecho, Eldol, tan supuestamente importante y guay, gana su título y luego desaparece de la historia forever and ever porque por supuesto el resto del wish fulfillment corre a cargo de otros personajes.

A lo que íbamos: con el reino asegurado, Aurelius se trae a su hermano Uther, que se hace super amiguito de Merlín. Después de esto sigue una minihistoria plot tumor de cómo Merlín y Uther se trajeron Stonehenge de Irlanda (*se revuelca en el suelo de la risa*) antes de quitarse de en medio a Aurelius, porque ahora le estorba para el resto de su historia. Para ello, se saca de la manga a uno de los hijos de Vortigern (que o bien era un monje, o a esas alturas de la feria debería haber estado muerto, así que ya no respeta ni a la obra original) y este se alía con el rey de Irlanda (JUAS) para atacar a Aurelius. Y claro, batallas, guerras, qué se yo, y entonces Aurelius cae enfermo sin explicación aparente y los sajones, que supuestamente se habían rendido y estaban tan felices, deciden que se lo cargan y mandan a un tal Eopa a envenenarle, con lo cual Aurelius la diña cual conejo.

Así que ahora pasamos a Uther Pendragon, que por supuesto se dedica a repartirle estopa a los sajones, porque como os podéis imaginar el hijo de Vortigern y los irlandeses dejan de pintar nada en cuanto ya se ha quitado al otro de en medio. Y una vez les revienta, decide celebrar una fiestuqui por todo lo alto con todos sus nobles. A la fiestuqui acude el duque de Cornwall, un tal Gorlois, acompañado de su mujer, Igerna. Total, que la dama está de buen ver y a Uther se le mete en la cabeza que la quiere de esposa. Esto obviamente le toca mucho la moral a Gorlois, que decide mandar la corte a la mierda, y por supuesto Uther se rebota también y decide hacerle la guerra. Gorlois decide enviar a su esposa lejos de la guerra mientras él se queda a pegarse con Uther, que pasa a asediar la ciudad en la que está el pájaro este. Pero a Uther todavía le dura el calentón, y Merlín, que es un pillo, le dice que le ayudará a acostarse con su amada: solo tiene que disfrazarle con su magia para que se parezca a Gorlois. Así que allá van, y allí se acuesta Uther con Igerna engañándola de forma vil, ruin y rastrera, y la deja preñada con Arturito. Y mientras Uther está de picos pardos, Gorlois muere esa misma noche porque sus soldados son idiotas y básicamente le abren las puertas al enemigo. Pero con el marido fuera de la historia, Uther puede casarse felizmente con Igerna, y además de tener a Arturo, tienen también una hija llamada Anne. Si este nombre no lo habéis visto en vuestra vida, no os preocupéis, porque es invención de nuestro amigo Geoffrey, y sería la que posteriormente se convertiría en Morgause, pero tiempo al tiempo.

Uther Pendragon, ilustración del siglo XV de una copia de este esperpento
Antes de continuar con este destrozo, he estado investigando un poco más sobre la supuesta familia de Arturo. Esto es importante porque las antiguas tradiciones galesas (de las que probablemente averigüe más en cuanto me meta con el Mabinogion) difieren, y bastante, de lo que nos dice Monmouth. Sí, lo de que su padre era Uther y su madre era Igerna estaba ya (y recordemos también que hasta este momento, Arturo no era más que un Dux Bellorum o un caudillo o líder militar o como queráis llamarlo, nada de un rey), y al parecer se hace mención a una posible hermana porque tiene un sobrino hijo de la misma: Gwalchmei, que es lo que posteriormente será Gawain. Y por supuesto, está su esposa Gwenhwyfar (la que nosotros traducimos como Ginebra). Y ahora viene lo divertido, que son los múltiples familiares de Arturo que se quedaron en la cuneta gracias a Monmouth. En concreto, una ingente cantidad de tíos, tías, primos e incluso un abuelo llamado Anlawd. Es más, Gwenhwyfar tiene una hermana de nombre Gwenhwyach (al parecer, los nombres de las dos son un poco como el de las hermanas Qiao del Romance de los Tres Reinos, como apelativos de “la grande” y “la pequeña” más que verdaderos nombres) que nunca llegó a superar el corte. También tuvo una querida, y un nutrido grupo de hijos que fueron borrados de los anales de la leyenda. Porque, ¿para qué contar la historia tal y como la tienes cuando puedes inventarte lo que te plazca?

Volviendo a la nuestra, que todavía le queda un ratete y la cosa va para largo: Uther tiene un rato de paz y tranquilidad, hasta que le crecen los hijos, y decide casar a su hija Anne con el rey Lot, y ambos tienen dos niños, llamados Walgan y Mordred. Hago de nuevo un inciso por los temas familiares porque aquí Monmouth le pone a Gwalchmei el nombre que le sale del culo (porque estoy suponiendo que Walgan es Gawain, teniendo en cuenta que el pobre consiguió pasar el corte) y luego pasa a casar a la hermana de Arturo con un personaje que no tenía relación con él para nada, que es Lot. Es más, coge al Medraut de los Annales Cambriae, que solo sale mencionado en una dichosa línea diciendo que mató a Artur en la batalla de Camlann, y lo convierte de forma súbita en el sobrino de Arturo. Sí, ni siquiera es la movida de que es su hijo, es tan solo su sobrino. Y tras el inciso y volviendo a la vida de esta gente, la paz se va a la mierda porque los sajones deciden intentar invadir otra vez, que total, tienen soldados para desperdiciar y esas cosas. Uther pone a Lot al frente porque se encuentra enfermo, pero los soldados pasan de seguir al yerno, porque si algo me queda claro de lo que describe el autor es que los bretones son gilipollas, por mucho que me los quiera poner este tío de valientes y maravillosos y nobles. Pal caso, que Uther se va a la guerra a repartir collejas a propios y extraños a pesar de estar jodidillo. ¿Y qué deciden hacer los sajones? Si habéis dicho “lo envenenan”, ¡acertasteis! Y allá va Uther, muriendo tan ignominiosamente como su supuesto hermano.

Total, que Arturo con quince añitos se convierte en rey. ¿Es un buen momento para recordar que Anne se supone que es menor que él? ¿Ya os ha dado el suficiente asco el tema? Pos nada, sigamos.

Así que Arturo recibe la espada Caliburn que ha sido forjada en la isla de Avalon (primera mención tanto a la espada como a la dichosa isla), además del escudo Priwen con la imagen de la Virgen (los historiadores piensan que la mención del escudo es en realidad un fallo en la traducción, refiriéndose a una mención de que Artur llevaba una imagen de la Virgen sobre sus hombros y que Monmouth lo convirtió en un escudo porque patata) y la lanza Ron. Sí, al parecer los de Fate/GO hacen los deberes y todo. Bueno, el caso es que tras muchos rodeos, digresiones extrañas y plot tumors que no vienen a cuento, Arturo revienta a los sajones y pone de gobernantes de las distintas zonas conquistadas a su cuñado, junto con dos tíos de su confianza que son Urian (ajem) y Augusel. Y como ahora ya está crecidito y de buen ver, se casa con una tal Guanhumara (que se supone que es Gwenhwyfar, pero que el tío este ha escrito como le ha salido de los cojones). Y como el caso es que todo está muy tranquilito y se aburre, decide que en lugar de asentar su reino y demás se va a ir a conquistar Islandia. Sí, Islandia. Si, uno de los países escandinavos. Sí, la de los tíos que son capaces de andar por encima de la lava. Esa Islandia. Podéis seguir riéndoos, seguid cuando se os pase el primer impacto, porque hay más.

Ilustración de Arturo del mismo manuscrito
¿Más? Sí, porque no contento con la conquista de Islandia, se dedica a invadir todo lo que pille cerca y acaba como gobernador de media Europa by the face y porque queda bonito. Si, podemos hacer otra pausa para que os sigáis partiendo el culo.

Y aquí a nuestro colega Geoffrey se le va la flapa por completo y decide que el mejor enemigo que le puede poner a Arturo es Roma, porque el imperio romano y toda esa mierda. Salvo por un pequeño problema: para entonces, el imperio romano se había dividido en dos y el Imperio Romano Occidental había fenecido allá entre el 476 y el 480. Teniendo en cuenta las fechas que se barajan en estos libros, eso sería casi unos cien años antes de toda esta mierda. Pero nada, Roma. Entonces se inventa a una especie de cónsul llamado Lucius Tiberius (no deja muy claro si es un cónsul o un emperador, porque luego menciona a un tal Emperador Leo, pero claro, los que hubo con ese nombre eran del Imperio Bizantino y ya hemos dicho que al autor se le había ido la flapa totalmente) que lo que hace es amenazar a Arturo diciéndole que o le paga tributo como hacia antes, o les fostia, porque sí porque le sale a él de los cojones (es más divertido aún cuando se recuerda que los romanos no habían sido expulsados sino que se habían ido porque hasta la coronilla estaban; al parecer alguien no estaba siguiendo demasiado bien su propia continuidad). Y claro, Arturo por ahí sí que no pasa, así que deja a su sobrino Mordred al cargo de su reino y se va a batirse el cobre con Lucius “OC” Tiberius y sus colegas.

¿Queréis más risas? Uno de los aliados de Lucius “OC” Tiberius es el rey de Hispania, cuyo nombre es, agarraos fuerte que vienen curvas… ALIFANTINAM. Porque, ¿para qué cojones me voy a informar del nombre del rey de Hispania en aquella época? (Para vuestra información, las fechas corresponderían al rey godo Teudis, o bien a su sucesor Teudiselo, o al de este, Agila I; los reyes visigodos no duraban demasiado). Vamos, si es que el nombre parece sacado de algún libro de caballerías de esos que queman en el Quijote.

Bueno, volviendo al tema que ya casi estamos en el final (A-LE-LU-YA), el caso es que los dos ejércitos marchan y se encuentran a medio camino en Francia, y por supuesto Arturo le da una paliza a Lucius Tiberius y a su gente y se los carga. Y ya está frontándose Arturo las manitas pensando en que va a trincar Roma, como si Roma pintara una mierda en aquella época, cuando se tiene que dar la vuelta y volver corriendo a casa porque a su sobrino Mordred se le ha subido el poder a la cabeza y se ha proclamado rey… y Guanhumara se ha casado con él, porque como que un cura, y más uno de la época, iba a permitir semejante cosa, ¡ja! El caso es que vuelve, se lía a hoxtias con Mordred en la batalla de Camlann, y en la misma logra matar al niñato, pero él mismo cae herido y es llevado a la isla de Ávalon. Que bueno, como pone a alguien en su lugar, la historia sigue después de esto, aunque no mucho más porque ya la movida no es tan interesante. Eso no le impide cagarla de forma maravillosa confundiendo dos reyes galeses distintos y mandando de peregrinaje a Roma a uno que supuestamente debería haber muerto de una enfermedad.

Y llegados a este punto, dejé de leer porque tenía la necesidad de explicarle a alguien la súbita furia que siento al descubrir que la mayoría de todas las historias de caballeros que conocemos parten de un tío que decidió que iba a escribir su propio fanfic, que hizo un trabajo penoso, que ningún historiador lo toma en serio porque quién cojones se va a creer esta mierda, y que encima además se folla las tradiciones galesas. Y lo peor es que triunfó tanto que se convirtió en la base de lo que conocemos hoy, hasta el punto de que es uno de los puntos de inflexión en la dichosa leyenda de marras.

Hasta aquí, de momento, mi discurso cabreado sobre los malos fanfics que son la leyenda artúrica… al menos de momento. Puede que más adelante cuando siga leyendo vuelva a encontrar bazofia de esta y tenga que salir de nuevo a escupir hiel porque alguien consiguió colar una burrada, pero ahora lo dejaré aquí... por vuestro bien y el mío.


Y en cuanto a Geoffrey... ¡Hale, a volar!

No hay comentarios:

Publicar un comentario