POR QUÉ NUNCA ESCUCHAN
Recordaba el día en que todo había comenzado a irse al infierno.
Lo había tenido todo: riqueza, fama… Su padre había sido un gran empresario, y se había asegurado de que él fuera un digno heredero de su puesto. Había estudiado en las mejores universidades, aprendido de los mejores maestros, y cuando había llegado el momento, había comenzado a trabajar en una filial de la empresa. Le había sabido a poco, pero era tan solo el primer paso para conseguir toda la riqueza de su padre, y luego un poco más. Durante todo el tiempo que había estado trabajando, había conseguido multiplicar la riqueza que había adquirido, y se había vuelto famoso en todo el mundo por sus logros. Nada podía irle mal. Bien era cierto que había cometido algún que otro… desliz, pero no era nada que un buen fajo de billetes y su grupo de abogados no pudieran solventar. O eso había creído.