CORTANDO EL HUMO
Recordaba el sonido de cuando era pequeña. El sonido de alguien soplando una armónica, de un lado a otro y de vuelta, sin siquiera molestarse en entonar una melodía. El sonido que anunciaba la presencia del afilador. Se le hacía extraño escucharlo ahora, después de tantos años.
—De vez en cuando pasa— mencionó su padre—. Pero creo que lo tienen grabado y lo ponen por un altavoz.
En cierta medida, le daba algo de pena. Pero suponía que era más cómodo llevar lo necesario en una furgoneta que cargándolo en una bicicleta a punto de caerse en pedazos. Los tiempos cambian, las costumbres también. Llegaría el día incluso en que ese oficio, como tantos otros, desaparecería de la faz de la Tierra, y solo se acordarían de él en algún telediario local y un día flojo de noticias sensacionalistas. Suponía que estaba bien, aquel no debía ser un trabajo nada agradecido. La vida cambia. Todo cambia.