miércoles, 11 de octubre de 2017

Deidades incomprendidas, Capítulo 1: Hades

Como todos sabréis, en noviembre participo en el NaNoWriMo (para los que no sepáis de qué va el cuento, os dejo un link por aquí), por lo que estoy usando este mes de octubre para sacar las notas y las fichas que todavía me faltan para la novela con la que me voy a poner. El caso es que una parte de esas notas requería que investigara sobre un par de religiones, y al estar leyendo sobre ellas he visto hablar sobre uno de los dioses/espíritus/lo que sea de una de esas religiones, y cómo la gente de Europa le veían como un demonio. Lo que me hizo pensar en todos esos dioses que son denostados por una mezcla de desconocimiento, malinterpretación, o pura demonización. Y como tengo que ponerme a practicar un poco el tema de escritura, me ha parecido una buena serie de artículos que ir escribiendo poco a poco para no perder el ritmo.

Y para empezar, para no volveros demasiado locos (ya tendré tiempo para eso, mwahahaha) empezaré por uno de mis favoritos: Hades, el dios griego del Inframundo.



Seguro que la mayoría de vosotros cuando leéis o escucháis ese nombre, lo primero que os viene a la cabeza es ese esperpento azul con fuego en la cabeza que se sacaron los de Disney como villano en la película que hicieron de Hércules. Que sinceramente, me podría poner a destriparla aquí alegremente de todas las patadas a la mitología que le da, pero voy a intentar contenerme. Esta no es sino una de las muchas ocasiones en las que Hades ha sido cogido como malvado, o tan solo como antagonista. Y aunque es cierto que en otros tantos sitios el carácter de Hades se parece más a lo que uno espera después de leer los mitos, en general es la imagen “maligna” la que parece primar sobre las demás. ¿Pero qué ha hecho Hades entonces para ganarse tanto odio de la gente? Pues al parecer, simplemente ser el dios del Inframundo, como si él hubiera elegido acabar allí.

Inspira confianza... confianza en que te va a arrancar los higadillos, vamos.
Por supuesto, al parecer la idea de un tipo que juzga a los muertos (bueno, en realidad delegaba en Minos, Radamantis y Éaco, pero, ¿por qué arruinar tan buena imagen, verdad?) y que controla el lugar donde estos residen es algo lo suficientemente tétrico como para que el resto de los humanos pensemos que es lo más parecido a un demonio que pueda haber. A fuer de ser sinceros, los propios griegos tampoco es que le tuvieran demasiado aprecio. Por norma general, procuraban no pronunciar su nombre, y de hecho se piensa que “Hades” es en realidad un eufemismo haciendo referencia al lugar que gobernaba, y que su verdadero nombre se ha perdido en las nieblas de los tiempos. Y para echar sal sobre la herida, apartaban la vista cada vez que le tenían que hacer sacrificios. Que bueno, vale, es comprensible, la muerte da mucho miedo y todas esas cosas, pero puestos a ello, Hades no era de lo peor que podía encontrarse uno entre los dioses griegos. ¿Que por qué digo esto? Pues en breve os lo cuento.

Para hablar de Hades, hay que empezar hablando de Cronos, su padre. Cronos era hijo de Urano, el cielo, y Gaia, la tierra. Hay varias versiones de cómo acabó siendo Cronos el jefe de toda la creación, pero la que más vais a escuchar es la de que Urano le tocó las narices a Gaia encerrando a los Hecatónquiros y a los Cíclopes, que eran hijos de Gaia, en el Tártaro, allí donde nunca verían la luz del sol. La buena mujer, que os podéis imaginar que tenía un cabreo del carajo, reunió a los hijos que le quedaban y les puso delante de una hoz de piedra que ella misma había creado, pidiéndoles que castraran a Urano. El único con los bemoles para hacerlo fue Cronos, y no sin antes tenderle una emboscada con su propia madre de cebo. El ataque fue efectivo, y el “aparato” de Urano cayó al mar, mientras que su sangre salpicó a Gaia. De la sangre nacieron los Gigantes, las Erinys (más conocidas por estos lares como Furias) y las Meliades, mientras que el esperma que cayó en el mar se convirtió en la espuma de la que nacería Afrodita. Urano, como es de esperarse, les puso a caldo y les llamó, a Cronos y a sus hermanos, Titanes, que según Hesiodo venía a significar algo así como “los que se desvían”, aunque esta etimología es al parecer discutida y discutible, y yo no soy lingüista precisamente. Tras esta bonita escena familiar (jaja no), Cronos se puso de rey con Reah como su reina, y durante un tiempo gobernó con sabiduría.

Aquí la cosa varía un poco. En una de mis fuentes tengo que Urano y Gaia le profetizaron a Cronos que, tal y como él había desterrado a su padre, uno de sus hijos le desterraría a él, y ya sabemos todos cómo van las profecías griegas. En la otra fuente (más romana que griega, cierto, por lo cual puede ser una versión trastocada) Cronos en realidad no debería haber sido el rey, pero había llegado a un acuerdo con sus hermanos para lograrlo, que era no tener hijos. Elegid la que prefiráis, porque el resultado es el mismo: Cronos tomó la decisión de engullir a sus hijos según iban naciendo. El pobre primer desgraciado que corrió esta suerte fue, precisamente, el bueno de Hades. Que ya es empezar con mal pie, no me fastidiéis. Por supuesto, no fue el único. Démeter, Hestia, Hera y Poseidón corrieron exactamente la misma suerte. Para ahorrar algo de tiempo a partir de ahora, dejaré que busquéis todo el tema de cómo Zeus no fue comido y acabó abriéndole el buche a su padre, sacando de allí a sus hermanos y gobernando el Olimpo tras darle una manita de hoxtias a los Titanes. Lo que sí diré es que una vez acabada la guerra, con la mayoría de los Titanes encerrados en el Tártaro (algunos, como Hécate, Prometeo o Selene, se salvaron de la quema al menos momentáneamente), los tres hermanos decidieron sortearse los tres reinos que había por el sistema de sacar pajitas. Hades sacó la más corta y acabó de pardillo como dios del Inframundo. Que lo dicho, ya es mala hoxtia, pobre hombre.

Hades en su trono. Lo de al lado fue Cerbero en su día.
Para todo el miedo y acojone que le tenían los griegos, Hades era bastante modosito comparado con el resto de su familia. Estaba muy lejos de ser malvado (desde luego no se salía de su camino para ello) aunque tampoco era la persona más encantadora del mundo. Era inflexible pero justo. Tenía en cierta medida la tarea de mantener un equilibrio entre la vida y la muerte, y se la tomaba muy en serio. Tanto que lo que realmente le cabreaba era que la gente intentara engañar a la muerte. La mejor muestra de esto es el destino final de Sísifo. Si estáis familiarizados con el nombre sabréis que es uno de los condenados en el Tártaro, y que el castigo es el de empujar una enorme piedra redonda ladera arriba para que justo cuando esté a punto de llegar vuelva a caer hasta abajo. Lo que seguramente no sabréis es la razón detrás de este castigo. Hay distintas versiones de ello: la primera es que Sísifo le había tocado la moral a Zeus rompiendo una promesa de guardar silencio y este envió a Thanatos (el dios de la muerte, porque sí, hay distinción) para que se lo llevara. Ahora, el que normalmente llevaba las almas de los fallecidos al Hades era Hermes y no Thanatos, y este pobre hombre se estaba preguntando por qué pasaba esto, cuando se encontró con el tipo este, que le pidió que le mostrara cómo funcionaban sus cadenas. Mientras Thanatos, pobre inocente alma, estaba haciendo lo que el otro había pedido, Sísifo aprovechó para atraparle a él con sus propias cadenas. El resultado es que después de eso nadie podía morir, lo cual no era nada bueno: no se podían realizar sacrificios, y los moribundos y los ancianos se encontraban atrapados en una espiral de sufrimiento. Al final, Ares, que se había cabreado porque como en las guerras no moría nadie y ya no eran divertidas, rescató a Thanatos y le dio a Sísifo envuelto para regalo. La segunda versión es similar, solo que el atrapado es Hades (en serio, ¡¿qué les había hecho el pobre?!), y los que se cabrean son el pleno de los dioses que amenazan a Sísifo con que, como no le libere, van a asegurarse de que desee estar muerto, de forma que se ve obligado a soltarle.

La tercera versión habla de que Sísifo, viéndose a punto de morir, le pidió a su mujer, a modo de prueba de su amor, que tirara su cadáver desnudo en mitad de la plaza pública de la ciudad. Esto hizo que se encontrara en las orillas del río Estigia. Cuando Perséfone se encontró con él, Sísifo le contó que esto era una señal de que su mujer era una irrespetuosa y la convenció de que le dejara volver al mundo de los vivos. Cuando lo hizo, en lugar de darle las gracias a su mujer por haber hecho lo que le había pedido, la echó la bronca porque una mujer respetuosa le habría enterrado y le habría dado un funeral adecuado (¿soy la única que le quiere partir la cara ahora?), y luego se quedó en su tierra más que dispuesto a no volver al Inframundo. Esto fue hasta que Hermes se mosqueó y le agarró y le arrastró hasta allí.

Para colmo de desgracias, Sísifo se había vanagloriado en algún punto de ser más astuto que el propio Zeus, que es algo que los dioses griegos llevaban bastante mal. De hecho, el castigo de la piedra fue cosa de Zeus antes que de Hades. Pero si le tocas las pelotas a al menos dos de los tres dioses principales del panteón, lo raro es que no acabes pagando el pato.

Hace un par de párrafos he hablado de Perséfone, ¿verdad? Este es probablemente uno de los mitos más conocidos, y una de las partes más reprobables del personaje que es Hades. Perséfone, también conocida como Koré, vivía con su madre Démeter, cumpliendo con su tarea de pintar todas las flores de la Tierra. Hades se había enamorado de ella y fue a solicitarle permiso a Zeus para casarse con ella, y este se lo concedió, recomendándole que la secuestrara porque no estaba muy claro que Démeter fuera a permitir que nadie se llevara a su hija, y menos al Tártaro. Y eso es exactamente lo que hace Hades, apareciendo de forma repentina abriendo una grieta en el suelo y llevándose a Perséfone delante de las napias de Atenea y Artemisa, que estaban con ella recogiendo flores. Démeter, deprimida por la pérdida de su hija, se dedica a buscarla con la ayuda de Hécate. Dependiendo del mito, Démeter o bien prohibe a la tierra producir o bien se olvida por completo de atenderla para que sea fértil. Al final, Helios, que presenció todo el asunto, le dice dónde se encuentra su hija. Sabiendo esto, se va a exigir que se la devuelvan, haciendo caso omiso de las palabras de todos los dioses de que Hades va a ser un buen marido para Perséfone. Finalmente, y dado que la gente está sufriendo horriblemente, acceden en exigir a Hades que devuelva a Perséfone. Este acepta, pero Perséfone había comido varios granos de una granada, que dependiendo del mito es porque ha sido engañada por Hades o porque ha llegado a un acuerdo con él y es perfectamente consciente de lo que hace, por lo que está obligada a retornar al Inframundo cuatro meses (que luego Ovidio convertiría en seis). Estos cuatro meses se supone que son los meses de invierno, aunque hay teorías, sobre todo referidas a los ritos Eleusianos, de que en realidad los meses son los de verano, lo que no me extrañaría dado que Grecia tiene aspecto más de sufrir un clima mediterraneo que un clima continental, con lo que eso conlleva.

Voy a hacer una pausa aquí para decir que, aunque a mí lo del secuestro me repatea un tanto, eso es porque lo miro con los ojos del presente. En la Antigua Grecia era al parecer bastante común que, si había problemas económicos por los que una dote no pudiera ser pagada, el pretendiente secuestrara a la chica para poder casarse con ella sin que hubiera problemas monetarios de por medio. Los ritos Eleusianos son los más inclementes con Hades, aunque también podría decirse que hay un poco de prejuicio dado que estos ritos estaban dirigidos a la adoración de Démeter en un primer lugar.

Cerámica representando a Hades y Perséfone.
Lo peor del tema es que Hades estaba bastante contento con sus cuatro meses de tener una esposa. No hay una sola historia de ponerle los cuernos a Perséfone, a diferencia de lo que pasaba entre Zeus y Hera (que eran los dos tal para cual en lo que a cabronería se refiere). El único relato que se conoce con respecto a este tema es el de Mente, una náyade relacionada con el río Cocito (uno de los ríos del Hades), que se encaprichó con Hades y decidió que iba a seducirle. Ni intentarlo pudo, porque Perséfone la pescó en el acto, transformándola en la planta de la menta. El único otro episodio de “infidelidad” (y apuntemos a las comillas) es el del himno Órfico de Melinoe. En este caso, Zeus, que tiene un problema muy, muy serio, se disfraza de Hades para acostarse con Perséfone. De esta relación incestuosa nace Melinoe, que es la diosa de las ofrendas a los muertos y de los fantasmas. Tengo aquí que parar y apuntar que, aunque los himnos Órficos ponen a esta diosa como hija de Zeus, hay otras tradiciones orales que la señalan como la segunda hija de Hades y Perséfone, siendo la primera Makaria. Melinoe era, por cierto, una piececita de museo, siendo capaz de volver locos a los mortales a base de engañarlos con los fantasmas que la acompañaban. Con el sincretismo griego, acabó convirtiéndose en un aspecto de Perséfone, aunque también se la relaciona con Hécate. Tanto que de hecho a Hécate en algunos lugares se la llamaba también Melinoe.

En general, y a menos que fueras a tocarle las narices con el tema de los muertos o con el tema de su esposa, Hades era hasta majo. Cuando Heracles se presentó a pedirle permiso para llevarse a Cerbero para una de sus pruebas, se lo concedió con la única condición de que no sufriera daño. Cuando Perseo necesitó la ayuda de los dioses para derrotar a Medusa, Hades le entregó su casco de invisibilidad sin rechistar. Qué demonios, cuando Orfeo llegó para pedirle que le devolviera la vida a Eurídice y tocó de tal manera que conmovió a la propia Perséfone, se saltó sus propias normas y le permitió llevársela siempre que cumpliera con sus indicaciones. Básicamente, si le pedías las cosas por favor y de manera educada, te iba a atender y te iba a tratar decentemente. ¡Era el primero de los dioses en exigir que sus sacrificios no fueran humanos, por todos los demonios! (¿Sabéis quién exigía sacrificios humanos? Artemisa. Qué mona, ¿verdaaaaad? ¬¬x). Ni siquiera su reino era el infierno tal y como lo concibieron los cristianos: el Hades está formado por el Tártaro, que es donde se castiga a todos aquellos que han hecho cosas horribles (y también aquellos que se habían pasado de listos con los dioses), los Campos de Asfódelos a donde van a parar todos aquellos que ni fu ni fa, y los Campos Elíseos, donde iban todos los héroes y la gente que había sido buena. A dónde ibas no era una decisión arbitraria de Hades, sino un juicio de tu vida, así que no podías echarte más que a ti mismo la culpa de lo que te ocurriera. Y luego, después de un cierto número de años, décadas o lo que fuera, tu alma volvía al mundo de los vivos para empezar de nuevo. Uno tiene que preguntarse por qué cojones le tenían tanto miedo los griegos cuando no hacían más que tirarle flores en sus mitos.

Pero si con los griegos y con los romanos al pobre no le daban ni los buenos días, mejor no os cuento lo que pasó cuando llegó el Cristianismo. Ya de por sí, el hecho de ser miembro de un panteón politeísta no le ponía en una situación agradable, ya que cuando no eran tratados como fragmentos de la imaginación de alguien, eran convertidos en demonios. El tema de que Hades en particular fuera el dios del Inframundo tampoco le hacía un gran favor, especialmente cuando en las biblias traducidas al griego se usaba la palabra Hades (considerado como el nombre del Inframundo) para traducir la palabra hebrea She’ol (un lugar de oscuridad al que van todas las almas de los fallecidos, sean buenos o malos; algo así como una especie de limbo). Incluso a día de hoy, a pesar de que la gente se molesta más en investigar las cosas, no es raro encontrarse con que, o bien le ignoran por completo (como en la película de Furia de Titanes, donde ni siquiera aparece y el casco de invisibilidad es un regalo de los demás dioses), o es el malo de la historia, como en el caso de Disney. En general, y salvo notables excepciones, es tratado como un villano de fácil uso, porque nada grita “villano” tanto como ser el pobre pringado que se ocupa de las almas de los muertos.

También es cierto que de un tiempo a esta parte, algunos medios han comenzado a tratar a Hades con una luz un poco más cercana a la descripción que de él hacían los griegos. Por ejemplo, en los libros de Percy Jackson solo actúa como antagonista a causa de un malentendido, y después de resolver este, el personaje es completamente educado con el protagonista (eh, es su sobrino, a fin de cuentas). En Kamigami no Asobi, a pesar de las patadas a la mitología en loor de montarse la visual novel dating sim, Hades es un cachito de pan (aparte de un ikemen de puta madre, pero eso era algo dado visto el tipo de juego). Aun así, todavía hay gente que cae en la asociación fácil de Inframundo = mal. Y es probable que sea una de la que no nos podamos deshacer en mucho tiempo. Pero si alguien aprende que el dios del Inframundo es el menos interesado en llenar su tierra de muertos, que el exceso de trabajo es muy malo, entonces me puedo sentir satisfecha de mi labor.

"Oye, Perséfone, que si te quieres ir con tu madre..." "Tú calla o te convierto en ortiga"

Y con esto, acabo el primer capítulo de mi serie sobre deidades incomprendidas. Espero poder ponerme con el siguiente en un futuro cercano. Y si tenéis alguna sugerencia y/o preferencia, podéis dejarla en comentarios para que la investigue (a menos que esté en la lista que tengo preparada, en cuyo caso intentaré acelerar su aparición por estos lares)

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