NO ABRAS LA PUERTA
Lo primero que pensó al despertarse era que le había atropellado algo, teniendo en cuenta lo mucho que le dolía el cuerpo y, específicamente, la cabeza. Luego miró a su alrededor y pudo comprobar que estaba en una habitación de hospital. Vale, eso concordaba con lo mal que se estaba sintiendo, suponía. Miró a su alrededor, en busca de alguien que le pudiera decir qué era lo que había pasado, pero no había nadie. La segunda cama, a su derecha, estaba desocupada, y no había nadie sentado en los asientos. No se escuchaba un solo sonido de ningún lado que indicara la presencia de persona alguna, fuera ya visitante o enfermera. Volvió a mirar al techo, preguntándose qué sería mejor idea, si gritar a ver si venía alguien, o quedarse esperando hasta que los médicos pasaran. ¿Qué hora sería? No estaba seguro, más allá de que no era de noche. A través de la ventana a su izquierda podía verse una franja de cielo azulado sobre los edificios ligeramente más bajos que rodeaban el hospital.