Hace unos meses hablé de Halloween y de sus orígenes
relacionados con el festival celta de Samhain. Y, como soy una fanática de los
celtas, he decidido que no estaría mal hacer un ciclo de artículos sobre los
cuatro festivales celtas de importancia. Y en este caso, dada la fecha, voy a
hablar de Imbolc, el festival celta dedicado a la diosa del fuego Brighid.
Del mismo modo que Samhain cae entre el 31 de octubre y el 1
de noviembre, la fecha en la que se celebra Imbolc es entre el 31 de enero y el
1 de febrero. Se piensa que esta fecha era importante para los celtas desde la
época del Neolítico, y aparece mencionada en bastantes ocasiones en la mitología
celta. Aún hoy día se siguen guardando algunas costumbres, relacionándolas con
la fiesta de Santa Brígida, algo de lo que hablaremos más tarde, porque no es
cuestión de ir adelantando acontecimientos.
Para empezar, podemos decir que Imbolc proviene de una
expresión celta concerniente al vientre materno, en concreto el de las ovejas.
Venía a ser una celebración de la llegada de la primavera, cuando comenzaba a
observarse que los días comenzaban a alargarse. Durante la celebración se
preparaban comidas especiales, y se fabricaban cruces de Brighid, cruces hechas
de juncos que probablemente se derivaban de la cruz solar, de la que ya he
hablado en un artículo anterior. Estas cruces se solían colgar en los establos
y en las ventanas, donde permanecerían hasta el siguiente Imbolc, como señal de
bienvenida a la diosa y para proteger a la casa de los rayos y el fuego.
Durante la víspera de Imbolc, se dejaba un poco de comida
para Brighid, que se decía que bendecía las casas de aquellos que fueran
virtuosos. Antes de acostarse, se apagaba el fuego de la chimenea y se
rastrillaban las cenizas para que quedara una capa lisa, y se dejaban retales
de tela fuera de la casa para que fueran bendecidos por la diosa. A la mañana
siguiente, las gentes mirarían las cenizas en busca de una señal de que la
diosa hubiera pasado por allí, y se meterían los trozos de tela dentro de la
casa. Se pensaba que estos retales tenían poderes de curación y protección.
Otra tradición consistía en que las mujeres y las niñas
hicieran una especie de muñeca con juncos para representar a Brighid, y la
vistieran con trapos y retales. Esta muñeca, llamada Brídeóg, luego sería
llevada por las niñas, vestidas de blanco como símbolo de pureza, en procesión
de casa en casa por todo el pueblo, cantando un himno a Brighid. En las casas,
las familias les darían comida o más objetos para la Brídeóg. Tras esto, se
realizaba una cena en la que la muñeca ocupaba el lugar de honor, antes de que
fuera acostada con canciones de cuna. Los chicos del pueblo pedirían permiso
para entrar en la casa en la que se esto se celebrara y, tras presentar sus
respetos a la muñeca, se dedicarían toda la noche a bailar con las chicas.
Imbolc también era una época de predicción del tiempo. Se
decía que este era el día en que la bruja Cailleach, una divinidad del invierno
con una fuerte relación con Brighid, salía a recoger leña para el resto del
invierno. Si el invierno iba a ser largo, Cailleach haría que el día fuera
soleado, para así poder recoger toda la leña que fuera a necesitar. Pero si
Imbolc era un día desapacible, eso quería decir que Cailleach estaba dormida, y
que el invierno no tardaría en llegar a su fin. Una de las formas que los
celtas tenían de predecir el tiempo era observando las madrigueras de los
animales, en una costumbre que a la larga ha dado lugar al afamado Día de la
Marmota en Estados Unidos.
También era común que se acercaran a los pozos sagrados, al
igual que en otros dos festivales celtas, Beltane y Lughnasadh. Aquí, rezarían
por una buena salud y dejarían una ofrenda en forma de moneda o de tira de
tela.
Muchas de las costumbres de Imbolc han sobrevivido hasta el
día de hoy, de alguna manera u otra, sobre todo gracias a dos coincidencias. La
primera de ellas, y quizás la más importante, es la existencia de una Santa
Brígida de Kildare, aquí más conocida como Santa Brígida de Irlanda, cuya
festividad se celebra justo el 1 de febrero. Aunque la discusión sobre la
existencia real de Santa Brígida ha dejado más o menos el acuerdo de que la
mujer fue real, muchos piensan que esta santa fue fusionada con la figura de la
diosa Brighid, de forma que todas las tradiciones del festival celta se pasaron
“limpiamente” a la cultura cristiana sin mucho arqueo de ceja.
La segunda de ellas es que el día siguiente, el 2 de
febrero, es la celebración de la Presentación de Jesús al Templo, lo que los
ingleses llaman Candlemas. Por si alguien pregunta por esta elección de nombre,
Candlemas o Candle Mass hace referencia a la costumbre que había de que ese día
fuera el que se bendijeran los cirios que se iban a usar durante todo el año,
algo que se sigue haciendo todavía. Volviendo a lo nuestro, la
coincidencia de fechas en este caso es meramente casual: el 2 de febrero es 40
días después de Navidad, y el cálculo se hace así según la ley inscrita en el
Levítico de que una mujer se debía presentar en el templo 40 días después de
dar a luz para ser purificada. No es que haya significado realmente la
permanencia de las costumbres celtas, dado que eso recae en Santa Brígida, pero
siendo una fiesta cercana dedicada originalmente a la luz es fácil que haya
ayudado a su adaptación. Pero, por otro lado, muchos dichos de origen celta, al
pasar a ser traducidos al inglés, han convertido Imbolc en Candlemas.
A día de hoy, la fiesta es observada por neo-paganos,
wiccanos y reconstruccionistas celtas, siguiendo en mayor o menor medida los
antiguos ritos. Os podéis imaginar que estos últimos son los que procuran
hacerlo lo más cercano al festival histórico que les es posible.
No estoy segura de si, al igual que hoy en día el Samaín
gallego coincide con el antiguo Samhain celta (o Halloween si preferís llamarlo
así), existe un festival aquí en España que coincida con Imbolc. Desde este
blog me gustaría agradecer a cualquiera que quiera dar su granito de sabiduría
para ayudar a aumentar nuestro conocimiento sobre este tipo de cosas antiguas.
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