Antes de meternos con dioses hindúes y sus avatares, quisiera tener una reflexión sobre los distintos… apocalipsis que he encontrado a lo largo de mi vida en las distintas mitologías, y sobre la reacción de los humanos al respecto. Casi siempre que alguien habla de la destrucción del mundo, hablamos de los desastres y de cómo vamos a morir todos como chinches, pero todo el mundo se olvida de que casi todas estas historias/profecías/leyendas no acaban con el final absoluto de todo, sino con una renovación: un mundo nuevo, una humanidad nueva y mejor en la que sus miembros dejan de ser una panda de capullos integrales los unos con los otros. No me he metido demasiado en mitologías precolombinas porque le tengo absoluto pánico al desastre que pudiera haber causado la Iglesia en sus registros, pero tengo la certeza de que ellos también tendrían algo similar. La mayoría de distintas creencias en el mundo ha tenido siempre un aspecto cíclico, lo cual se refleja en una especie de reseteo al final de la era de destrucción que se suele narrar. Pasa el libro del Apocalipsis, pasa en el Ragnarok, y pasa también con el final de la Kali Yuga, que es de lo que vamos a hablar hoy.
Rama |
Esta era ideal dio paso a la Treta Yuga, en la que los humanos tuvieron que gobernarse a sí mismos, y se veían obligados a trabajar para cubrir sus necesidades en lugar de simplemente conseguirlas por medio de un ejercicio mental. Pero a pesar de este pequeño problema, también era una era de conocimientos en la que los seres humanos aprendieron a comprender y respetar las fuerzas de la naturaleza. Lo único más remarcable de esa era son los dos avatares del dios Vishnu que vivieron en ella: Parashurama, un brahmin (casta sacerdotal) que se convirtió en avatar de Vishnu porque había demasiados ksatriya (casta guerrera) y la estaban liando parda, y Rama, del que no me atrevo a hablar porque para hacerlo primero tendría que leerme el Ramayana y, aunque mi madre me juró en su momento que era una risa, no tengo la energía para tragarme grandes escritos clásicos.
Figura de Krishna, Asian Art Museum de San Francisco |
Así que, técnicamente, estamos en el apocalipsis según los hindúes.
De hecho, según los escritos hindúes, llevamos en ese susodicho fin de los tiempos desde el 3102 a. C.. Para que os hagáis una idea de por dónde cae ese año, básicamente se piensa que por esta época surgió la escritura jeroglífica del Antiguo Egipto y aparecieron los primeros documentos en escritura cuneiforme como tal. O, para poner términos un poco más extensos, la mayoría de las culturas estaban pasando del neolítico a la edad del bronce. Que se dice pronto.
Panfleto anti carne de vacuno, con el demonio Kali a la derecha |
Cuánto va a durar esta era, preguntaréis. Pues aquí viene la parte divertida: la duración que nos viene de origen es que la Satya Yuga duró 4.800 años, la Treta Yuga duró 3.600 años, la Dvapara Yuga duró 2.000, y la Kali Yuga debería durar 1.200… años divinos, eso sí (en algún lugar leí que originalmente todas medían lo mismo, los 4.800 años, pero que luego se cambiaron y se pusieron en años divinos, pero soy incapaz de encontrar la fuente de nuevo así que por ahora lo dejaremos estar). Un año divino dura 360 años humanos, lo que nos lleva a que la duración de la Kali Yuga es de un total de 1.200 x 360 = 432.000 años normales. Que a menos que los años hindúes tengan un desfase con respecto al año astronómico más cafre aún que el del calendario lunar (que podría ser), no estoy segura de que la humanidad llegue para el final de la Kali Yuga.
Kalki según el manuscrito Panjabi 255 |
Al final del periodo de 432.000 años, todo el dharma habrá desaparecido. La gente solo pensará en si misma, y el crimen y la corrupción camparán a sus anchas. Será en ese momento cuando aparezca Kalki, el décimo y último avatar de Vishnu. Montado en un caballo blanco y con una espada ultrapina en la mano, Kalki será el encargado de destruir todo el adharma del mundo. Pero, como ya os he dicho, esto es un ciclo, y una vez Kalki acabe con su tarea de destruir todo lo maligno del mundo, este se restablecerá con la llegada de una nueva Satya Yuga, es decir, una nueva época utópica en la que los humanos seremos todos unos angelitos y no tendremos jamás hambre porque la comida surgirá del pensamiento.
Por supuesto, ha habido gente que han dicho ser Kalki, pero como es de esperar nadie con dos dedos de frente se lo ha creído. En este grupo de locos está incluido un tal Samael Aun Weor, un colombiano-mejicano que fundó una secta conocida como Iglesia Cristiana Gnóstica Universal. I kid you not. Puntos extras de cachondeo cuando aquí en España intentaron incorporarla al Catolicismo, como si el Catolicismo no considerara el Gnosticismo una herejía. Eso sin meter mitología hindú de por medio. Y luego por otro lado podríamos hablar de la técnica maravillosa de algunos “misionarios” musulmanes chiitas que para convertir a los hindúes al Islam les decían que ellos o Mahoma eran Kalki. No sé, chicos, pero la última vez que miré lo de mentir a la gente sobre esas cosas quedaba feo en el expediente del más allá.
En cualquiera de los casos, el reto de literatura que se solicitó chocaba frontalmente con la propia definición del apocalipsis hindú. Con esto espero resarcirme, y explicar por qué la única manera de cumplir el reto era pegándole una patada a la mitología… que es algo que simplemente no puedo hacer.
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